10
Mar
2008Mar
Cocientes decrecientes
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Ayer, mientras todo el mundo se felicitaba por haber ganado las elecciones, yo estaba viendo una película horrible, cuyo título no voy a decir por pudor, ya que no merece la pena que nadie la vea (confieso que esperaba algo mejor, siguiendo una crítica de El País, que decía que penetraba agudamente en los mecanismos de gobierno estadounidenses: y, o bien el crítico no había visto la película o es rematadamente tonto). Lo único salvable de la peli es que planteaba cómo el cociente intelectual de la población iba reduciéndose a medida que pasaban los años, por diversas razones, entre ellas, que los científicos se dedicaban casi en exclusiva a aliviar los dos grandes males de la humanidad: evitar la caída del cabello y prolongar las erecciones masculinas. Bueno, quizá no anden tan descaminados estos futurólogos, dado que la mayor parte del correo electrónico que me llega me invita a alargar mi miembro, a comprar pastillas azules u otras cosas de distinto color pero idéntica finalidad. Sí, es cierto que también me ofrecen doctorados universitarios por prestigiosas universidades, eso sí, sin salir de casa, supongo que para que no interrumpa el tratamiento de alargamiento penal. El correo basura que trata de vender algo se dirige, supongo, a lo que son los intereses que, en una supuesta campana de Gauss, ocupan la posición intermedia. Por lo que se ve, en el futuro eso es lo que nos va a interesar. O, al menos, es lo que los vendedores consideran que nos interesa en el presente. ¿Venderán algo estos tíos? Siempre me queda la duda.