May
Cocinillas
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Las calderas, las bodegas y las salas de máquinas de los restaurantes de este país andan revueltas por las declaraciones de un cocinero, que ha dicho, básicamente, que la cocina de vanguardia, tecnoemocional o cualquier otro epíteto ridículo que se le quiera aplicar, no es más que un bluf, una tomadura de pelo para ricos que no saben en qué gastar el dinero o cómo diferenciarse socialmente. Porque que lo que uno coma en esos restaurantes sea comida (más allá de la familia semántica y de que lo que uno come, por el hecho de ser comido, es comida) es algo que hay que probar, pero que es un elemento de diferenciación social fortísimo es algo que no admite crítica. No sé cuánta gente puede permitirse reservar una mesa en esos carísimos restaurantes, pero no demasiada. Hasta ahí no debería haber disenso. Frente a los intentos unificadores de otras instancias, hay que buscar peldaños que nos diferencien, y el “yo estuve (o estaré) allí” es un arma de primera magnitud (tú seguramente no estarás, ni ahí ni en la larguísima lista de espera que hay para escuchar a Wagner en Bayreuth). Me da en la nariz que lo que les ha dolido a los cocineros no es que este otro haya dicho que utilizan productos nocivos en su cocina. Eso es una chorrada que puede falsarse en cualquier momento: basta con que se coja un plato de cocina tecnoemocional y se lo analice. Punto. No hay más que hablar. No habrá fórmulas ni ingredientes secretos ni lesivos, seguro. Lo que duele es que, inopinadamente, salga uno de su misma quinta y les diga que eso es todo una parida que, sin la necesidad de estatus que generan nuestras sociedades, se cae en un puro instante. Porque, no se engañen, nadie va a comer a esos sitios. Ahí se va comido y se va a hacer un ejercicio semiótico. Y eso lo hacemos en las universidades y gratis, pero lo que es gratis (lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis) no sé por qué, se valora menos. Sólo el necio, decía el buen Machado, confunde valor y precio.
P.D: Alberto, muchísimas gracias por tu premio. Gracias a él he entrado en tu espléndido blog.