Ene
Conceptos
2 comentariosSin duda que lo es. Cuando en las clases nos ponemos a hablar de Dios (en las que lo tienen por tema, a saber teologías varias, teodicea, etc, etc.) utilizamos un concepto. Cuando sale el tema de Dios en cualquier otra disciplina, ya no sabemos qué utilizamos, porque todo el mundo entra al trapo, como un Miura, y ya no hay manera de saber de qué se habla. En todo caso, los conceptos llegan hasta donde llegan y, por necesidad interna, tienen que dejar fuera de sí los particulares, es decir, las experiencias del individuo, sus formas de entender el mundo, las características de cada una de las cosas que quedan ejemplificadas por el concepto, etc. Y esa es la grandeza y la miseria del concepto: que abarca y expulsa. Por eso, aun a pesar de sus limitaciones, es clarísimo que podemos tener un concepto de Dios, como bien sabía San Anselmo que hasta el necio tenía. Ahora bien, qué capte de Dios ese concepto… es otro cantar. Porque seguro que sí, que cuando hablamos del motor inmóvil decimos algo que es verdad, pero se nos escapa tanto, tanta alteridad, tanta carga significativa. Y es que al motor inmóvil, a los conceptos, en general, no se les reza, y nuestra experiencia religiosa está marcada por una relación vital, que se fundamenta en una cierta conceptualización, mas con la conciencia clara de la limitación de la misma. ¿Quién dijo que no necesitamos conceptos en el ámbito religioso? Y ¿quién dijo que eso era todo lo que había? Somos habitantes de varios mundos, que existen y a veces vislumbramos juntos.