Pues ya, por fin, se presentó en sociedad el libro de Emilio. Hablamos de todo. Hubo gente inesperada, mas bienvenida en grado sumo (Javierito nonato, y que ya escuchó las tesis de Emilio desde la tripa de su madreMariana). Y no se acabó ahí la cosa, porque después, y hoy mismo en la comida, seguimos discutiendo las ideas de Emilio. Que si pueden rebatirse, que si su defensa requiere leer partes de la Biblia y dejar de lado otras… Lo que está claro es que Emilio hacía una contraposición entre el patriarcalismo y el mensaje de Jesús. Lo específicamente cristiano es el mensaje de Jesús, que se constituye en clave hermenéutica de toda la Escritura. Y eso lo sabía bien Emilio, por eso siempre se opuso a los patriarcas que querían/quieren que Dios sea como ellos. Si lo pensamos bien, hay muchas tareas por hacer dentro de la Iglesia. No sólo se trata de que las mujeres puedan acceder a los ministerios (que llevan una potestad anexa, luego bien es cierto que, nos pongamos como nos pongamos, las féminas no pueden ir mucho más allá del cooperari, que dice el canon). Se trata de un cambio radical de estructuras y mentalidades, teniendo presente el hecho de Jesús de Nazaret. Emilio lo pensó bien y llegó a unas conclusiones, que no tiene por qué compartir todo el mundo. Pero en eso fue clarividente: si no se empuja con fuerza (y desde dentro), la responsabilidad de perpetuar ciertas injusticias no se la podremos achacar a nadie más que a nosotros mismos.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.