Oct
Creo en el coltán
0 comentariosEn un artículo aparecido en El Semanal, Juan Manuel de prada, con su característica pluma, hace un elogio chestertoniano de la creencia y se ríe de los crédulos incrementes que tragan moscones de un tamaño descomunal, preocupados por evitar la impureza del mosquito que les ronda. Esa idea la recuperaba esta tarde, cuando escuchaba uno de esos podcasts en los que uno va almacenando lo que no puede oír en las horas en las que las emisoras tienen a bien emitir programas interesantes. El tema sobre el que discutían era, una vez más, el coltán, ese mineral prodigioso, superconductor, y que debe estar provocando las guerras más monstruosas del continente africano. La wikipedia nos dice que “El coltan o coltán es la abreviatura de columbita-tantalita, una serie de minerales formados por la mezcla de columbita [(Fe, Mn)Nb2O6] y tantalita [(Fe, Mn)Ta2O6]”. Y si uno pone la palabra en el google, después de la definición, nos sale una retahíla de vínculos que nos dirigen a guerras y matanzas en África. Resulta que toda la cacharrería que llevamos encima (móviles, portátiles, pdas, etc.) necesitan coltán parea funcionar, como un molino requiere de agua o viento. Y quien controle el coltán, controlará las telecomunicaciones, y –cae de cajón–, la economía…, el mundo. Y vaya cómo suena eso. Sobre todo, porque seguro que es verdad que mi móvil lleva coltán por un tubo, me lo creo, sire, pero eso es todo, me lo creo. No puedo, ni quiero, comprobar que de verdad mi móvil es coltanoso. Simplemente me fío de lo que me cuentan. Y usted dirá: ya, pero la coltanosis de tu móvil la avala el consenso de la comunidad científica. Ya. Touché. Y eso es lo que hacemos todos los días: fiarnos del consenso de una comunidad en la que no hay consenso (porque consenso es sentir común, de todos). “Las ciencias exactas no son ciencias exactas" –le hacen decir a Nicola Tesla en una película reciente–. Pero, ¿hay algo que exija más pleitesía que “la ciencia”, entendida así como una entidad infalible? Simplemente creemos, le damos el crédito, como nos lo daba antes el banco, y aceptamos que “la ciencia” (supongo que será alguien) puede probar lo que promete. Y muchas cosas puede, sin duda. ¿Todo? Lo dudo. Mas lo que quería traer aquí es lo del coltán. Me creo que mi teléfono lo lleva desperdigado por ahí. Nunca lo he visto, nunca lo veré, y lo que es más gracioso, ni se me ocurre ponerlo en duda.