Estaba viendo el espléndido reportaje que en la 2 han puesto sobre la misión de Kirigueti y veía aDavidactuando de controlador aéreo, dando órdenes, vectores y coordenadas de aterrizaje a la avioneta “Alas de esperanza” que, a su vez, iba siendo cargada, sin problemas aduaneros, con gallinas y demás enseres. Pero esos son los elementos adyacentes a un programa en el queDavid–no podía ser de otra forma– habla con una pasión de su vida que conmueve. La verdad es que de roca tiene que ser el corazón del que le escuche y no perciba que, en efecto,Davidha encontrado su lugar en el mundo y habla de lo que le rebosa el pecho. Y es que acababa yo de ver una peli de esas que le dejan a uno la sensación de haber perdido el tiempo (aunque no sea verdad del todo) y me dije, venga, a ver lo deDavidantes de que se te pase el momento. Y la verdad es que, en efecto, he recuperado el día. Me voy a la cama no sólo contento porqueDavidesté donde siempre quiso estar, porque la Orden haya mantenido una presencia en Kirigueti, sino también porque no sé en qué extraña medida, me siento partícipe de ello. Si saben lo que les conviene, no dejen de ver esa vida en estado puro.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.