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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

8
Feb
2009

Dawkins, ah, qué cosa

1 comentarios

Leí con fruición e interés la entrevista que ayer publicaba El Mundo a Richard Dawkins. Me desilusionó un poco, la verdad. No se sigue (non valet ilatio, que decían los clásicos) casi nada de lo que dice. Darwin no se cargó la creencia en un ser superior. Por supuesto que pueden derivarse de sus tesis científicas lo que se quiera, bien la no existencia de Dios o bien la "justificación" de Dios (como hace Francisco J. Ayala en su último libro publicado en España, o como deja entrever Antonio Fernández Rañada en su contribución a El Cultural de El Mundo de este jueves pasado). Por supuesto, considerar la religión como un subproducto de la evolución es, en realidad, una alusión a aquellas “causas ocultas” de la que hablaban los antiguos… Si no se sabe cómo surge una cosa, se la llama subproducto y hala, siguiente tema. No se puede decir con un mínimo de rigor intelectual: “la carga de la prueba debe recaer en aquéllos que creen en algo que tiene las mismas probabilidades de existir que un hada o un unicornio”. Simplemente, es un error de alumno de primero. No se puede reducir la religión del científico a “un adoctrinamiento infantil que no es capaz de sacudirse”. De la infancia nos logramos sacudir, si uno lo pretende, hasta la lengua materna, de modo que la carga de la prueba cae en quien dice que siempre queda algo de esa tradición religiosa tan arraigada que es como un inexpugnable castillo. Los hechiceros y las religiones merecen “cero” respeto, porque no hay pruebas de que aquello en lo que creen exista. Conclusión ¿lógica?: lo que no se someta a la lógica (valga la redundancia significativa) científica, no merece respeto. Bueno, y lo de Teresa de Calcuta como una mujer malvada… ¿Cuál es el criterio científico que sigue Dawkins para pedir que respetemos su afirmación? ¿Se refiere a un hecho empíricamente verificable? ¿Teresa de Calcuta malvada? Tiene “güevos” la cosa, la verdad, y aún más el afirmar que “Stalin era ateo, pero ninguna de sus atrocidades son la consecuencia lógica de ese ateísmo sino de su marxismo”. Demostración ¿?¿?¿. La verdad es que esperaba más de Dawkins, qué le voy a hacer. Cuando uno se ciega con una sola idea, que está dispuesto a defender como sea, pierde la posibilidad de libar en otras flores. Tú verás qué es lo que haces, guapo.

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entos susurrante
9 de febrero de 2009 a las 15:40

¡No salgo de mi asombro después de ver la entrevista a Dawkins, gracias al enlace que nos incluyes! (todo facilidades para ver si “los aprendices” vamos “avanzando” un poco). Sentí curiosidad por leerla directamente, al ver tu comentario, que, desde luego, ya hablaba por sí mismo. Poco conocía de este hombre, salvo lo que iba oyendo de él y algún título de sus obras, y tampoco había despertado en mí especial interés. Después de ver la entrevista, me preguntaba que qué “perfil”de persona me habría imaginado detrás de esas respuestas, si me las hubieran presentado como de un “anónimo”. Sin duda, hubiera pensado que se trataba de alguien con “disfraz de científico”, estancado en una rebeldía ignorante que, quizás, por estar en la adolescencia (¡biológica!) podría manifestar en sus palabras de “pataleta infantil” cierto germen de inquietud filo-sófica que con el tiempo maduraría en una búsqueda auténtica del Verdadero Conocimiento…Pero, ¡no! Este señor no es un adolescente, es un ¿científico-etólogo-evolucionista? que con la autoridad de su trayectoria intelectual (¡ojo a la prueba empírica: los libros se palpan, las conferencias se oyen, a él se le ve!) puede despacharse a gusto, cual adolescente resentido que fumando a la puerta del instituto (porque se niega a entrar en clase, pa´eso es libre) habla desde la cátedra de su prepotencia que le permite enjuiciar las vidas ajenas como las de grandes personajes contemporáneos gracias a los rayos X de su ateísmo… (en “grande” no incluyo a gente como Stalin, que se creían muy “pequeños”, de ahí su conversión en monstruos ¿por culpa de Marx?-¡es que es alucinante!), Y este hombre que no ha sido capaz de superar -con la madurez mínima que se exigiría a alguien que haya estudiado “un poquito”- la catequesis que otrora le darían personas quizás sin la preparación adecuada, nos viene a hablar ¡de qué! Bueno, para patrocinar campañas autobuseras tampoco es necesario que se siente y empiece a leer ¡de verdad! a los Gigantes que le han precedido… Menos mal que eso lo hacen otros, aunque no les hagan entrevistas, ni escriban libros…

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