May
Decidir lo común
1 comentariosSiempre me ha llamado la atención esa frase de Schmitt, en la que afirma que soberano es quien decide sobre el estado de excepción. Soberano es, abreviémoslo, quien decide. Se ejerce la soberanía de modo dulce cuando parece que no se toman decisiones, y eso lo hacemos cotidianamente cada uno de nosotros afrontando las situaciones de cada día y creando posibilidades con nuestras decisiones que, finalmente, no sabemos muy bien qué consecuencias tendrán a la larga, aunque podemos prever sus efectos a corto plazo. Pero a veces la soberanía se ejerce de modo violento. Así el soberano decide recortar derechos, aunque había prometido lo contrario. Sigue siendo soberano, porque decide, pero ¿es legítimo? Supongo que los politólogos lo discutirán con denuedo, pero recuerdo la doctrina del Aquinate, a saber, que la ley está ordenada al bien común, y cuando desaparece de su vista el bien común, la ley queda corrompida en su raíz. ¿Huele esto a rancio? A mí no, desde luego. No sé en qué punto del camino perdimos la perspectiva de la ordenación ad bonum comune. Porque unas leyes que no buscan el bien común acaban buscando o el bien particular o el bien de alguna entelequia cuya realidad es mucho más difícil de conceptuar que el bien común. Ah, ya me doy cuenta, ya sé dónde se perdió esa ordenación (en un mundo donde la teleología suena a cosa de curas, no me extraña): cuando se olvidó la cura communitatis, el cuidado de