Jun
Despido objetivo
1 comentariosA veces, en lugar de crear problemas, parece que el gobierno los soluciona. Pero, en realidad, a la gente de a pie estas soluciones le sirven de poco. Cualquiera que vaya siguiendo el siniestro cariz de los acontecimientos consuetudinarios se dará cuenta del próximo sintagma que nos van a colar. Ya hemos oído “la desaceleración acelerada”, los “brotes verdes” y una serie de palabras que se han juntado precisamente para que no tengan referencia alguna, pura sofistería, vamos. El que viene es el “despido objetivo”, del que se hacen eco todos los medios. Desde hace varios siglos, los filósofos llevan pegándose por tratar de encontrar una definición que les satisfaga, siquiera mínimamente, sobre a qué es lo objetivo. Hasta los que reflexionan sobre la ciencia, que parece lo más objetivo, a falta de ulteriores análisis, tratan este asunto con pies de plomo, porque saben que, de forzar mucho sus exigencias, se van a quedar como los sindicatos en España, in puris naturalibus. Pues bien, la política es lo que tiene, que, al igual que la ignorancia, es sumamente atrevida, y ya ha dado con la buscada definición de objetividad, que ha de durar al menos 1000 años: la objetiva es la causa que lleva al despido por causas económicas, luego lo objetivo es lo económico. Así, por unos senderos bastante retorcidos, los socialistas en el poder han llegado a reconciliarse con sus orígenes marxistas, lo cual estoy más que seguro que les habrá causado no poca sorpresa. Así, si uno tiene sensación de hambre, tal cosa es subjetiva, porque no puede ser universalmente comunicable. Si le duelen las muelas, si sus hijos le piden pan, o si le apetece llevar velo o crucifijo estará en el ámbito de lo subjetivo, es decir, lo que vale sólo para uno mismo. Y esto, claro, por la muerte del sujeto de la que hablábamos hace un par de días, lleva a que hay que callarlo. Lo objetivo, finalmente, ha quedado desvelado.