May
Dios y el universo... y la otra mirada
4 comentariosAyer, en un interesantísimo congreso sobre Dios y el universo, todos los ponentes intervinientes (bueno, a los que tuve oportunidad de escuchar) desgranábamos nuestros argumentos filosófico-científicos a favor y en contra de la existencia de Dios…, con la extraña conciencia de que el teísmo y el ateísmo, si bien se apoyan y se ayudan de razones de este tipo, se fundamenten en otro lugar. Pero el intercambio fue interesantísimo. Del célebre “por qué hay algo y no más bien nada” a la probabilidad bayesiana, la lógica modal y la mecánica cuántica, todo fue saliendo por su orden y en fila india, suscitando debates muy interesantes sobre un tema que es como el elefante en medio de la sala: está allí, pero todos hacen como que no lo han visto, porque es tan raro que haya un elefante en medio de la sala…, mas basta con que uno diga, “oye, y este elefante” para que todos, soltando un suspiro de alivio, hablen sobre el elefante. Pues bien, en un determinado momento, alguien cambió el tercio y habló ya no desde una perspectiva estrictamente filosófica, sino un tanto más teológica, creo yo, y señaló cómo en algunas religiones el creyente ha de conocerse los mandatos, leyes e imperativos que la constituyen hasta la última coma…, pero en el cristianismo, la mayoría de los cristianos no sabemos ni de la misa la media de todo el constructo que lo rodea. La mayoría, paulinamente, miran al crucificado, y tal es el símbolo de lo que esperan, de lo que sufren y de lo que gozan. Y eso es todo. Lo demás es silencio o, en el fondo, palabra vana. Me dio mucho que pensar, tanto que aún sigo dándole vueltas