17
Ago
2006Ago
Dispensario que dispensa
2 comentariosHay un lugar y una tarea en Santo Domingo, República Dominicana, que es grande, muy grande. Imagínese una ciudad en la que la sanidad (a la higiene me refiero) es un concepto que hay que pagar muy caro, la profilaxis es un término que ni existe en el diccionario, las medicinas se pagan por unidad a precio de jamón ibérico y los médicos privados pueden ganar en un día más de lo que yo gano en la universidad en un mes. Bueno, ¿qué puede hacer un dominico para aliviar la situación? Predicar, no cabe duda, pero dirigiendo el verbo no al que necesita una medicina, sino al que no se la proporciona o se la facilita, debiendo hacerlo (al menos tal como yo entiendo el asunto). Al que necesita nitazoxanida para matar las amebas que se han apropiado de sus carnes, habrá que dispensarle esa cosa, y a precio popular. Eso es lo que han logrado los dominicos que gestionan el dispensario de la parroquia de Santa Catalina de Siena, en la Isabelita, Santo Domingo. Uno se pasa una mañana allí y ve el trasiego de gentes que pasan por él. Fr. Miguel Ángel Gullón (miguelgullon@dominicos.org) ha dotado al dispensario de medios bastante mejores que los de los hospitales públicos del país, recorriendo miles de despachos para conseguir subvenciones, regalos o lo que fuese. Y no sólo eso, sino que se ha rodeado de un equipo humano que para sí lo quisiera cualquier centro de salud. Si usted quiere colaborar solidaria, caritativamente o como usted quiera, puede enviar cualquier donativo al dispensario. Quizá las ONGs al uso no le inspiran toda la confianza que debieran, porque, como es lógico, tienen gastos de gestión, de publicidad, de sabe Dios qué, y uno no sabe qué cantidad de dinero de lo que ha donado llega realmente al lugar y a la actividad para el que estaba destinado. En el dispensario, el 100%, se lo garantizo. No hay publicidad, no hay intermediarios. Lo he visto, y doy fe de ello.