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Dos hombres y el destino de Wittgenstein
2 comentariosEn la soberbia película “Dos hombres y un destino”, los dos proscritos van huyendo. En un momento dado Paul Newman le dice a Robert Redford: “Ya no pueden seguirnos”. Este le responde: “¿de veras lo crees?” E inspiradamente Paul le contesta: “Lo creo si tú lo crees”. Lo creo si tú lo crees. No “lo creo porque tú lo crees”, que también podría ser una magnífica prueba de confianza causal, aunque esta va a exigir las razones de por qué lo cree. No, se trata de pura confianza en la persona en el contexto de esa comunidad de dos que forman esta pareja forajidos. La fe tiene mucho de eso. La frase de la película me recordó aquel precioso texto del libro de Rut que tanto se lee en las bodas: “No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque donde tú vayas, yo iré, donde habites, habitaré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Si tú lo crees, yo lo creo, porque me fío de tu juicio, de cómo vives y de lo que relatas. Paul no se abandona a la opinión de Robert, sino a la certeza que le ofrece el que ha sido su compañero de camino, de fatigas y de holganzas. Hasta el Aquinate insiste en este aspecto comunitario de la fe.
La Tradición (con mayúscula) es la piedra angular sobre la que se apoya ese si de “si tú lo crees”. Nuestra época es la época que reclama fundamentos, hechos indudables, que a la larga siempre se muestran dudosos. Pero también es la época en la que un filósofo, con mucho ingenio, ha dicho que ese afán de justificación y de certezas prístinas no es signo de toda la salud de alma que sería deseable. Le cito: “lo difícil es encontrar el principio. O mejor: es difícil comenzar desde el principio sin intentar retroceder más allá”. Nadie mejor que Wittgenstein para subrayar que hay cosas que solo son posibles si se confía en algo (por múltiples razones diversas en los distintos ámbitos de la vida), si se acepta que el suelo que se ha encontrado es válido para soportar el edificio que se va a construir.
Alguien dirá: pero la película acaba mal. ¿Acaba mal? No la ha visto bien.