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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

26
Ene
2009

Ecumenismo

1 comentarios

Ciertamente nos pasaa todos, claro que sí. Moverse siempre cuesta más que caminar, aunque los móviles, en ausencia de rozamiento sigan en ese movimiento uniforme, indefinido… Pero nosotros no somos móviles físicos, sino personas de carne y hueso y a veces salir del propio cubil es cansado… Quizá hace frío, puede que esté oscuro y a lo mejor me encuentro con alguien que tiene razones, incluso razón. Y todo esto viene a propósito de la vuelta al seno materno de los lefevrianos, que a mí, la verdad, ni fu ni fa. Y uno puede decir que qué éxito del ecumenismo, que qué maravilla la unidad, que no sé qué, que no sé cuánto… La verdad es que el ecumenismo supone dialogar y en eso, me temo que las jerarquías católicas, con todo lo bueno que en ellas hay, no son  las más expertas. Habría que haber preguntado a los lefevrianos qué demonios les llevó a romper la comunión, por qué consideraron el concilio una traición y escucharles. A lo mejor decían algo interesante, aunque me parece que, en este caso, estaban muy, pero que muy errados. Existe la tentación de pensar que cuando uno va por el carril equivocado de la autopista, todos los demás son los suicidas que quieren acabar con uno, que es el empeñado en ir por el carril correcto… Claro, se me aducirá que en cuestiones de revelación no valen las reglas, a lo que diré: ¡Vaya que sí valen! Todo lo que somos, hacemos y decimos se rige por reglas y eso no es malo ni bueno, sólo es condición de posibilidad de las acciones humanas. Pero sí, la benevolencia hacia la diversidad –gran cosa– a veces da la impresión de que no se aplica equitativamente y de que se premia (levantar la excomunión) a unos sí y a otros no. No sé, me encanta la misa en latín, porque me encanta la polifonía cristiana, lo cual no significa que, junto a la misa en latín me cuelen de rondón prácticas preconciliares y que (¿será que miento?) quizá han dejado de ser cristianas (no significa que no lo fuesen en alguna ocasión, recuerden aquello de la distinción in fieri et in esse). Simplemente pasaron y aquí la historia sí que es también una suerte de criterio de definición. La tradición judeo-cristiana está tan anclada en lo histórico que volver a ponerse el amito no puede convertirse en criterio de nada. Estamos a otras cosas, hombre de Dios.

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entos susurrante
26 de enero de 2009 a las 22:24

¡Cuánta cuestión interesante encierra este comentario, si somos capaces de aplicárnoslo cada uno de los lectores! Sí, siempre ocurre eso que dices, qué difícil nos resulta darnos cuenta de que somos nosotros los que nos hemos equivocado de sentido “en la autopista” de la vida. Creemos que no tener razón es morir (no comprendía que esto no es una metáfora hasta que no lo vi explicado en un gran libro de esos que hay por ahí), y esto tiene que ver con el hecho de que nos percibimos ¡separados! unos de otros… Claro que, si con el conocimiento que nos llega por los sentidos (con la “eikasía” que diría Platón), nos basta para “circular”, no se entenderá qué es eso de que NO estamos “separados”… Luego ocurre que esta falta de Verdadero Conocimiento continúa (¡cómo no!, si como individuos no la hemos revisado) en instituciones como las religiosas, por ejemplo, y ocurre lo que ocurre, cismas van y vienen y supuestas reconciliaciones que me demuestran que teníamos razón. ¿Aprenderíamos algo, aún en el supuesto de que el otro esté de verdad en error, si fuéramos capaces de realizar esa acción suprema, que nos eleva como personas, que llamamos DIÄLOGO en español con palabra directamente importada del griego (ojo a la interesantísima etimología)? Estoy de acuerdo contigo en lo que dices, así que no tengo que “eliminarte” por considerarte equivocado. ¿Esta fuerza que da el “concordar” con alguien será el recuerdo de nuestra natural Unidad?

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