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Jun
2006Jun
El contrapunto...
2 comentariosQué cosas. Ayer andábamos dando vueltas a cosas baladíes de protagonismos bobos, vanos y fatuos. Y hoy, ya que algunos se quejaban de que los dominicos no sé qué no sé cuánto, vamos a glosar a nuestro obispo dominico Paco. Bueno, para muchos es Monseñor Francisco González, pero eso es poco para él, porque Paco es Paco. Yo le conozco desde hace mucho, desde cuando sólo era obispo en la mente de Dios y tuve la suerte de tenerle como educador (qué cosas, esa palabra suena rara). Y hoy es obispo en Perú. San Agustín, tal como cita LG 32, decía aquello tan bello y olvidado de: “Si me asusta lo que soy para vosotros, también me consuela lo que soy con vosotros. Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano”. El obispo es un ser-para, no un ser-en-sí. Paco siempre ha sido “Paco-para” (sé que es una extraña categoría filosófica, pero para mí es harto significativa). No sólo es grato estar charlando con él sin ninguna pompa (sí, renunció a Satanás y sus pompas, cosa que pocos hacen), sino que gratas son su tranquilidad, su espontaneidad, su cercanía, su saber estar, su ir siempre que le requieren y su no protestar cuando alguien (bastante estúpido, yo sé lo que me digo) le hace un feo, dejando que las cosas sigan su curso cuando tienen que seguirlo, porque “Was Gott tut, das ist wohlgetan” (perdón por citarlo así, pero hay que ir ad fontes. Se trata de un coral del siglo XVII que empieza así: lo que Dios hace, bien hecho está, más o menos). Se puede ser obispo de tantas maneras como obispos hay, pero Paco es especial. En la selva peruana lo saben y a nosotros no hace falta que nos lo cuenten. Paco es todo cariño, es todo amor. Es un hombre de Dios. Cuando haya muchos como él, ah, entonces, y sólo entonces, estaremos contentos (como dice el himno de Vísperas).