Abr
El del zapateado
0 comentariosEsta mañana, cuando iba en el tren por la provincia de Madrid, un señor entró en el vagón y se puso a cantar algún palo flamenco y a bailar una suerte de zapateado y de “bastoneado” (porque acompañaba o enriquecía el pedaleo con el bastón). Bueno, no tiene mayor importancia. Estamos acostumbrados. Pero me hacía gracia que, en el mismo vagón, una pareja de japoneses miraba con cara de sorpresa al buen hombre y a los compañeros de vagón. Supongo que les extrañaría el paisano danzante, cantante y parlante como un loro, y la abulia de buena parte del vagón, que no nos extrañábamos lo más mínimo. Como si se pone allí un predicador apocalíptico a azuzarnos. De lo que tengo una cierta sospecha es de que los japoneses contarán algo del hecho en su retorno a su tierra natal, quizá como unos de los “caracteres” de la España que han visitado y que de ningún modo podrán equiparar con nada semejante en la tierra del sol naciente. Y a partir de ahí, o con eso, se forma un estereotipo: los españoles bailan zapateados en los vagones del tren. A mí jamás se me ocurriría hacer algo semejante y, como a mí, a la inmensa mayoría, por razones bien distintas y variadas. Pero no hay duda de que la historia, que es real, es más hermosa que las historia de los demás, también reales, sentados en la indiferencia de nuestros asientos.