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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

8
Oct
2010

El detalle

4 comentarios

Hay una película, no recuerdo exactamente cuál, en la que Leslie Nielsen, un actor cómico muy divertido a mi parecer, cuando se siente intimidado, afirma: “Tengo una pistola… Aquí no, pero tengo una”. Ése es el detalle: ¿la tiene? Claro, pero como si no la tuviese. Y ese detalle lo cambia todo. Da igual que sea verdad la primera parte de la proposición, el final de la misma hace que lo que sería una amenaza se convierta en un chiste. Me vino este ejemplo a la mente (podrían haberme venido otros mil, seguramente), reflexionando sobre los detalles. No sé que aconteció ayer que me hizo pensar en cómo nuestra vida está trenzada por los detalles que llevan a uno a una situación y no a otra. Las grandes vidas, y las pequeñas también, si es que alguna lo es, tienen su sustancia en los detalles. Cambia uno solo de ellos y será distinta. Y así lo vemos en lo cotidiano, cuando alguien no sonríe gratis (por gracia) sin que lo esperemos, nos abre la puerta o nos anima para sabe Dios qué (o nos anima a desanimarnos, que seguro que también se puede). El haber leído un libro puede permitirle a uno conocer a una persona; el no haber rechazado una invitación, quizá le lleve al de más allá a estudiar una cosa de la que se prenda arrebatado. Los detalles, siempre los detalles. Y esos están en nuestra mano, absolutamente todos. “Mayor y detall”, rezaban los carteles de algunas tiendas. Sin duda, “detall”. Buen puente.

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lola
9 de octubre de 2010 a las 09:29

Pues a mi me hace pensar en dos cosas, una lo vanidosos que somos y el miedo que tenemos, Por un lado la vanidad de afirmar que tienes algo, cuando no puedes ni disponer de ello, y el miedo porque sino no dirias eso.
Y lo importante de eso de disfrutar de las cosas pequeñas, que a veces ni valoramos.
Como poder leer, pensar, reflexionar, compaartir. muchas gracias

lola
10 de octubre de 2010 a las 20:45

Si, que gozada cuando alguien nos sonrie y nos trata bien, y tambien cuando nosotros sonreimos y tratamos bien al otro, esto ultimo esta en mi mano, lo primero no. Lo malo es cuando tu sonries y te malinterpretan y creen que te ries de ellos, a mi me ha pasado. Y es que ante la amrgura es dificil actuar.
Por eso me parece ideal vivir de las pequem
ñas cosas

Observadora empedernida.
10 de octubre de 2010 a las 23:35

Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero los detalles a la vez pueden ser "peligrosos", un pequeño mal gesto (aunque sea involuntario), pueden hacer mucho daño, sobretodo a personas susceptibles, o se puede pillar a un mentiroso por un pequeño detalle, esto es malo para el mentiroso claro...pero es cierto que nuestra vida se llena de detalles que pueden hacerte sentir el más feliz o infeliz del mundo, aún así son decisivos para todas las decisiones que se toman o ¿quien no se deja llevar por un detalle cuando esta indeciso ante una determinada situación? la Gracia está en saber ver el detalle oportuno y aprovecharlo.

JM Valderas
11 de octubre de 2010 a las 01:22

Sixto amado: los detalles son lo grande en nuestra vida. Vengo de Oxford, donde mi hijo enseña, y me enseña. En la confluencia entre las calles Woodstock Road y Banbury Road, en Saint Gilles, se encuentra el convento los Blackfriars, de los dominicos. Veniamos del Ashmolean y le comenté, "para!, el convento de los dominicos". Como todo Oxford, lo egregio queda velado por una presentación de huimilde pobreza. Una foto imponente de Newman se recogía en el tablón de anuncios del cenobio. Le hablé del movimiento de Oxford, por los mismos años en que Darwin publicaba su Origin of Species. Un detalle nimio, para la mayoría incluso católica del universo mundo, como la beatificación de Newman, adquiría hoy en Oxford un significado extraordinario: su lucha contra el escepticismo, su búsqueda de la verdad, de la que habló BXVI, daba plena actualidad a la labor del convento del Espíritu Santo, al que me parece que está dedicado. Otro detalle nimio. Mi hijo me llevó al Woorcester College y me explicó que allí cada orden religiosa tenía su convento. En efecto, persistía el de los dominicos, o eso quise yo adivinar, del escudo de la Orden. Saint- Gilles (san Egidio y la ciencia medieval), Blackfriars y Worcester... anécdotas mínimas de un ayer riquísimo y un hoy cargado de promesas. Tengo que volver a Oxford, a empaparme de los detalles. Por cierto, ¿no fue allí donde quiso morar Congar cuando la nouvelles théologie se vio cuetionada?

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