Dic
El gladiador moral
0 comentariosEn una búsqueda casual en un diccionario histórico me encontré con esta magnífica cita de Balmes: “La irreligión y la inmoralidad, cuando están abajo, despiden un vapor mortífero que mata al poder público y, cuando están arriba, son una lluvia de fuego que todo lo convierte en polvo y ceniza”. Leyendo el periódico poco después me apareció una entrevista a Russell Crowe, el protagonista de la película Gladiator, en la que cifraba el éxito de la cinta no en la historia narrada o en la espectacularidad de las escenas exhibidas, sino en la dimensión moral de personaje. Quien haya visto la película recordará la profundidad moral de Máximo Décimo Meridio. Asimismo, hemos conocido estos días a individuos muy de andar por casa elevados a la categoría de héroes precisamente por la dimensión supererogatoria de sus actos, como el señor que se abalanzó sobre el tirador en la playa de Sidney. Y así podríamos seguir indefinidamente.
Nuestra época se caracteriza, entre otras muchas cosas, por problematizar lo que está bien y lo que está mal, introduciendo en ocasiones matices –bienvenidos para arrojar luz sobre las sombras del asunto–, en ocasiones falacias, para oscurecer esa distinción, haciendo pasar por definitiva y “objetiva” la tesis de que es imposible distinguir el bien del mal. La historia ha dejado claro que hay cosas, actos, holocaustos que no admiten matices, y acciones heroicas que tampoco se dejan reducir, por requiebros lingüísticos, a una duda razonable. Estos elementos indiscutibles son tales porque hay una estructura moral que los fundamenta, que va mucho más allá del acuerdo intersubjetivo. Cuando desde arriba se socava la moralidad, alegando que no hay ilegalidad alguna –lo cual es perfectamente posible–, el resultado balmesiano es polvo y ceniza, exactamente lo contrario de la “fuerza y el honor” que preconizaba el gladiador. Eladio Chávarri decía que lo que desde el punto de vista estético y festivo es un valor magnífico –un bello traje de novia, con corpiño bien cosido y una cola kilométrica– es un contravalor en el campo del deporte: no es una vestimenta útil ni valiosa para correr los cien metros lisos. Lo legal y lo moral también juegan en ligas distintas, aunque a veces echen partidos amistosos.