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El hotel apocalíptico
1 comentariosRecientemente he visto una película simpática, de esas que suelen poner mal, como flojas, blandas, fofas o falsarias, los críticos que pinchan y cortan, precisamente porque ilustra una determinada tesis de las que parten en segunda posición en la carrera de las ideas. Me parece que, en el debate de las ideas, la supuesta homogeneidad de las mismas no pasa de ser un deseo imposible de satisfacer. De entrada, en cualquier debate, hay ciertas posiciones políticas que parten con ventaja, ciertas perspectivas sobre modelos de nación (tan de moda ahora), sobre conductas morales, sobre el mundo del arte, sobre posiciones metafísicas, etc. que van por delante solo por el hecho de presentarse a concurso. Una de las dos (pongamos, por facilitar la cuestión, que solo fuesen dos) tiene que justificarse y la otra no. Se supone que esta última es un punto de partida "correcto". Es algo así como Aquiles y la tortuga, sólo que con dos Aquiles, a uno de los cuales, sólo por el hecho de empezar a correr, se le diesen 100 metros de ventaja. Alcanzarlo se vuelve imposible. El problema no es la legitimidad de todas las tesis, sino la desigualdad de partida en el debate público.
Ah, la película, ya se me olvidaba por estos meandros. Se trata de "El exótico hotel Marigold", que gira en torno a la frase que uno de los personajes repite de modo constante: algo así como que "al final todo estará bien, y si no está bien, no es el final". Ah, vaya una tesis metafísica, incomprobable, dependiente de concepciones apriorísticas de la realidad… Sí, como todas en este terreno. Ahora que están de moda los mayas y el fin del mundo (ya queda poco, parece) uno recuerda que el Apocalipsis es la “historia” no del desastre y la destrucción (aunque hayamos asociado la palabra a esa imagen), sino de lo que nos cuenta el dueño del hotel.
Y retomo lo de antes. Los giros argumentales no tienen por qué ser siempre en pos de la desgracia. Aristotéles lo cuenta así al hablar de la tragedia, en su Poética, y eso casi se ha vuelto canónico en la tradición occidental. La lástima es que el libro donde habla de la comedia se haya perdido. Pero podemos pensar que nos hubiese dado permiso para disfrutar, considerar y valorar también los giros en pos de la felicidad y la reconciliación. Por eso no hago mucho caso de los que nos prohíben ver cosas que nos hablan del Apocalipsis (con mayúsculas).