Y de repente salta la noticia de que Heidi es un plagio perpetrado por Johanna Spiry. Aún estamos metidos en un paradigma que no funciona: el de atribuir originalidad a quien primero monta cuatro tablas para sentarse y decimos que creó dela silla. Noes así. Resulta que lo habitual es que tiempo después alguien crea la silla como tal, quizá inspirándose en el tipo al que vio sentado en esas cuatro tablas, pero es éste último el que da carta de ciudadanía a la silla, inicia una tradición de creación de sillas y, al mismo tiempo, reivindica la aportación del que juntó las cuatro tablas. Tal es un proceso que comienza y recomienza, con la creación de distintos estilos de sillas, de tresillos, de banquetas, de tronos y lo que quiera que sea que pueda caer dentro de esa tradición inaugurada por el que hizo la silla. ¿Va a cambiar algo la historia de la literatura infantil por el hecho de que se descubra que Johanna Spiry leyó un libro que le sirvió de base para Heidi? Probablemente ni un ápice. Es más, casi tengo la seguridad de que, de no haber sido porque Heidi forma parte de nuestros recuerdos infantiles, tal investigación no hubiese saludo del departamento de teoría de la literatura y no hubiese tenido trascendencia. ¿Por qué la tiene? Porque se trata de Heidi, no del libro que precedió a esta obra.No importa el origen de Heidi (genitivo subjetivo: de dónde viene), sino el origen de Heidi (genitivo objetivo: Heidi como origen).
Algo semejante ocurre con todos los fenómenos que se convierten en origen, también en el ámbito religioso: seguramente hay condiciones necesarias que los posibilitan… que nunca son condiciones suficientes. Si no tuviésemos historia, cerebro, pasiones, miedos, manos, esperanzas y amistades, es probable que no fuésemos seres religiosos. La pregunta es: ¿basta eso para explicar el que lo seamos? Heidi no queda explicada por el libro que la precedió, porque Heidi es un origen ella misma. Como los acontecimientos vitales de trascendencia.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.