Jun
El superhombre no te lleva las bolsas de la compra
2 comentariosMe crucé con una señora que llevaba un par de bolsas de la compra, en apariencia pesadas. Con el calor que hacía, la mujer parecía agotada y, en un momento dado, apoyó las bolsas en el suelo, con gesto de cansancio. Enfrente de ella estaba otra mujer, sentada en el escalón de acceso a un portal, resguardada del sol, que, con acento del Este, le preguntó: “¿no tiene hijos que le hagan la compra?” No sé cuál hubiese sido la conversación que yo hubiese mantenido con la señora, de haberse dado el caso. Quizá le hubiese preguntado si necesitaba ayuda, si se encontraba bien, o a lo mejor hubiese mencionado el tórrido día que nos había tocado en suerte y eso hubiese sido todo. Pero la mujer del portal, probablemente desde su propia vivencia, le preguntó por su familia, y, en el fondo, por el tipo de sociedad en la que habitamos. Hasta no hace mucho, la idea de que la familia es un espacio en el que unos cuidan de otros de maneras diferentes en los diversos estadios de la vida era algo casi sacro para nuestra mentalidad. Ahora parece que eso pertenece a nuestro pasado y que lo que prima es la autonomía del individuo, sin vínculos que coarten su voluntad, porque toda atadura, en el fondo, es una trampa para ese sujeto que se supone autónomo, aunque sea imposible vivir sin ellas (véase la película “Azul” de Kieslowski). No sé si el superhombre nietzscheano es este tipo que no ayuda a su madre, o más bien estamos viviendo la época del “último hombre”. En todo caso, en unas bolsas de la compra conviven tantos mundos que da vértigo pensarlo.