19
Ene
2008Ene
Electio, -onis
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He estado un tanto pendiente de la elección del superior de los jesuitas a causa de mi estancia en una residencia de los mismos hace unos meses, como sabrán los impenitentes lectores de mi blog. He de confesar que les cogí cariño, al menos a los que conocí allá, de manera que, a pesar de mi conciencia de que la controversia de Auxiliis aún está pendiente de resolución (jejeje, batalla que no estamos dispuestos a perder), les deseo la mejor de las suertes. La verdad es que el superior “superior” (no sé entre los jesuitas, pero sí entre los dominicos) es uno de los hombres más desgraciados de la Orden. El pobre tiene que capear los vendavales que vamos sembrando los frailes, quizá felicitar a los que vayan haciendo las cosas bien, consolar a los afligidos, procurar que no se apodere de nosotros el síndrome ese del “quemado”, mirar de soslayo hacia el Vaticano, a ver qué vientos soplan por allá y calibrar las fuerzas de las que dispone antes de acometer una nueva batalla. ¿Hace falta una vocación especial? No lo creo, porque en nuestra tradición sabiamente se considera que el que quiere cargos no debe ser elegido. Y al mismo tiempo, entre nosotros, como ha sucedido en las quinielas que daban ganadores en el ámbito de la compañía, el que entra de Papa sale de cardenal (ese resquicio que queda es el del Espíritu Santo). De los pocos maestros de la Orden que he conocido, creo que ninguno estaba cantado. Nosotros, con el permiso de Carlos Azpiroz, nuestro maestro general, ya vamos dejando caer nombres para próximo maestro, ya que en 2010 toca capítulo electivo, mas casi con la secreta convicción de que no daremos una. Que así sea.