De nuevo me ha pasado. Ayer estuve en una boda, como ministril y, de no ser porque estaba un tanto ajeno a la cosa, me hubiera horrorizado con el cura. ¡Qué desastre! O, para ser exactos: ¡Qué-de-sas-tre! (marcando bien las sílabas, bien subrayadita cada una). Para empezar, bronca al personal, por estar hablando en la iglesia antes de comenzar la ceremonia. En un oficio medieval le hubiera querido yo ver al preste, pero bueno, con razón podría el hombre decir que estamos en el siglo XXI. Pero, y aquí está la cosa, la mayoría de la gente no se queda en la idea de que este cura es un borde, sino que da el salto (ilícito, pero real) a que los curas son unos bordes, y pasado el ratito, ya es la Iglesia la que es autoritaria e insoportable. Mas no acaba ahí la cosa. Un homilía horrenda, con Cristo y su Iglesia para arriba y para abajo (lo cual seguramente es pertinente, pero en ciertas ocasiones denota que no se ha preparado nada de nada), sin puntos de inflexión, ni elementos hacia los cuales se trataba de llegar, nada… Y en ese maremágnum, al cura sólo se le ocurre decir que va a acabar, porque la hermana de la novia “que es un poco fresca” (sic) le ha pedido que no se alargara demasiado. Conclusión de la gente (permítanme la generalización indebida): estos curas son tontos del haba…, la Iglesia no dice más que impertinencias y cosas intempestivas. ¿”Pa’qué” vamos a venir aquí, a escuchar sandeces? Y razón no les falta. Es probable que, aunque el sacramento no necesita de la santidad del ministro (contra los donatistas quedó la cosa clara hace mucho), la delicadeza, gracia, inteligencia, saber estar, amabilidad, etc., etc. del cura nunca vienen mal. Y sí (contestando a lo que alguien me comentaba en la entrada anterior), hacer tan mal estas cosas, prestar tan poca reverencia al sacramento (confundirlo con un acto mágico de un tahúr de feria) es quizá lo más cercano que conozco a tomar el nombre de Dios en vano.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.