May
¿Era Einstein extraterrestre?
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El que escribe uno de los editoriales de El País de hoy se revela como ciertamente breve en su comprensión. Nos recuerda la noticia que aparecía ayer, en la que Einstein, en una carta, hablaba de la religión en términos bastante peyorativos, como un residuo infantil de la humanidad. Ojalá fuera infantil, pero bueno. En el contexto einsteniano supongo que se referiría a lo mismo a lo que que se referían Freud y otros personajes. Pero lo cierto es que Einstein, en sus escritos públicos, siempre tuvo otra consideración hacia la religión, bastante más positiva. Cualquiera que estudie medianamente algo de teoría de la interpretación, sabe que esta carta, aun cuando fuese autentificada y llevase la firma inequívoca de Einstein, tendría poco valor. Muy pocos intérpretes la aceptarían como “expresión del pensamiento de Einstein”, que queda claro en sus documentos púiblicos. Porque, ¿cuál es la razón de dar más valor a una carta escrita quién sabe cuándo y por qué, en qué circunstancias, etc., que a lo públicamente dado? En cualquier caso, y aunque Einstein me dijese ello, a saber, que me dejase de pantomimas y piruetas (expresión combinada de Manuel Jesús Romero, OP) religiosas, a mí, personalmente, me traería al pairo con ventanas a la calle. Woody Allen, en Hannah y sus hermanas reflexiona que sobre las cuestiones vitales, Aristóteles no sabía más que él. Y de Einstein podría decirse, co todos los respetos, lo mismito. Su genialidad como físico no se traduce en su genialidad a otros ámbitos. Por lo mismo, nadie en su sano juicio cree que deba tratar a su esposa como Einstein trató a las suyas, porque madre del amor hermoso… Pero, insisto, me da igual. A mí se me plantearía un problema de envergadura, pero de a kilo, si mi madre me dijese: “esto de la religión es un timo”. Ahí sí. Pero que lo diga Einstein o que el astrónomo del Vaticano se pegue con la Iglesia Ortodoxa por si existen extraterrestres o no (cuestión que lleva planteándose la teología más años que ni sé, y no sólo los Renacentistas, sino los de hoy y sólo hay que buscar en revistas algo más especializadas que El País Semanal) ni me viene ni me va. Pero sí me indica que lo que sale del Vaticano (que para esta cuestión de opinar sobre si existen extraterrestres –hipótesis de base estadística– vale tanto el astrónomo del Vaticano como la señora que vende los sellos, por cierto, más baratos que en Roma) y las cuestiones religiosas, siempre y cuando no se impartan en una clase de teología, tienen público más que seguro. El sueño, ah el sueño, que sólo nos lo quite lo que lo merezca.