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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

4
May
2010

¿Es el amor el mal?

3 comentarios

Me he encontrado con estas palabras de Zizek, un filósofo que, por lo menos, está muy de moda. Es una mezcla explosiva de nociones supuestamente de física cuántica y de intuiciones postmodernas deconstructivas de los conceptos. “El amor es el mal”. Y entonces, digo yo, apaga y vámonos. El amor, como continuación del desequilibrio que llamamos creación, supone una selección fatal: te amo más que a nada en el mundo. ¡Oh, terrible egoísmo!. Sí, es defendible, pero no con una racionalidad que algunos llaman aretética, una racionalidad que busca lo virtuoso, lo mejor, lo bueno, en definitiva (axiárquica, dicen otros). No me importa el mundo, dice Zizek. Por supuesto, estás un tu derecho, como en su derecho está cualquier otro que esté en su derecho (el que sotiene que no ha de pagar impuestos, ya que su dinero es suyo y las carreteras, que no usa, o los servicios públicos de salud, que no usa, no tienen por qué recaer sobre él, pongamos por ejemplo). Pero también lo está aquel que dice que el mundo le importa y que el amor (la caridad) puede hacerlo mejor. ¿Pruebas? Seguramente la profunda convicción, indemostrable, de la que nos dota el rostro amable que se muestra amoroso para con nosotros. ¿Es demostrable apodícticamente? Seguramente no. ¿Importa eso? Seguramente tampoco. ¿Is love evil? Tengo pocas dudas de que pocas conclusiones puede haber más erradas.

 

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Entós susurrante
4 de mayo de 2010 a las 15:41

Ateniéndome sólo a tu comentario (aunque nos das el enlace, no creo que pueda entender bien las palabras de Zizek), no puedo menos de apoyar el “asombro” que esa afirmación sobre la esencia demoníaca del amor, me produce a mí también. Lo peor de todo es que pertenezca a un filó-sofo (según dices que es posible “clasificarlo”), y la pena es que alguien así no se encuentre con un Sócrates (o sea, un sincero buscador de la Verdad, honesto y disciplinado para entrar en sí mismo y poder así mantener un diálogo verdadero con el otro) que le entreviste “dialécticamene” y en ese proceso vaya desenmascarando tanta falacia (en primer lugar, lingüística, como bien es sabido), tanto falso amor por el conocimiento y –seguro que ante todo- tanto autoengaño para no querer saber de verdad y preferir barnizar de filosofía lo que no parecen sino viejos resentimientos enquistados con el mundo (es decir, con las personas, obviamente). A este Zizek (no dejemos de darnos por aludidos los demás, no sea que hagamos lo mismo) le vendría muy bien releer sin miedo la siempre mencionada Carta de San Pablo sobre el Amor, pero para eso tendría que atreverse a salir de la caverna (a los demás también nos da mucho miedo, no lo olvidemos, y muchas veces sólo hacemos pequeñas "excursiones" hacia la salida para presumir, de vuelta otra vez, de lo que hemos visto)... ¿Quién podría convencer a ¡un filósofo! de que no se ha movido del sitio en el que también están sus compañeros espectadores de sombras? Lo que no debemos dejar de hacer, como tú con este comentario, es señalar la insensatez y la ignorancia que subyace a este tipo de afirmaciones, para que, puesto que proceden de alguien reconocido actualmente como filósofo, quede al menos la posibilidad de que es posible entrar en debate con él en busca de la verdad sobre lo que afirma... Esto siempre es un reto para los interlocutores, pues el “canto de las sirenas” de demostrar que el otro está equivocado ejercerá, como sabemos, su atracción fatal a lo largo del diálogo... Por eso no podremos emprenderlo sin preparación previa... ¿Dejaremos fuera el Amor para conversar con Zezik o con cualquier otro con el que no estemos de acuerdo? Antes, tendremos que Saber qué es –de verdad- “Eso”.

José Luis Palacios A.
5 de mayo de 2010 a las 13:23

Menuda tela que cortar, y menuda rasgada de vestiduras! Yo creo que la frase-titular puede sonar a aberración, en efecto, pero quizá primero habría que definir ¿qué es el amor?.

La multitud de tragedias que ha habido en la historia "por amor" (las guerra de Troya sin ir más lejos), la cantidad de matrimonios destrozados por el nacimiento de un nuevo amor, el consentimiento y gestación de una mala y egoísta persona debido al amor de unos padres que consentían, la caridad hacia los marginados mal entendida en forma de amor (véase Viridiana, Buñuel), el amor de una madre haciendo predilecto al hijo más débil que se vuelve contra ella y que lo hace injusta con el resto, etc, etc...

Vamos, que no quiero yo hacerme aquí abanderado de una frase que en sí misma no comparto, pero que quizá hay que pasar de lo general a lo particular para entender que en determinados casos (excepciones) el amor no es todo lo beneficioso que uno cabría esperar.

Catalina
5 de mayo de 2010 a las 14:52

El amor es el bien, pues el que ama algo hace eso bueno, lo ve bueno. Podemos pasar por este mundo odiando y viendolo todo negro o amando y viendolo todo bien, Creo que el materialismo nos hace egoistas y la necesidad nos lleva a compartir. Al menos es lo que veo en la gente

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