May
Esos momentos
2 comentariosEn la vida, todos encontramos momentos que están preñados de un sentido que podemos reconocer, aunque no lo sepamos decir. Los hay a cientos, y nos asaltan en múltiples ocasiones, a veces muy cotidianas. Hay quien dirá, sin duda, que, si no se pueden poner en palabras, no son reales. No es cierto. No todo lo que se vive se puede poner en palabras. En ocasiones, se balbucea. En otras, ni siquiera se puede articular un sonido. Ya Tomás de Aquino, el teólogo supremo, el poeta magnífico, tras su célebre revelación, dejó la pluma y no dijo “hasta aquí hemos llegado”, sino aquello tan impactante de “todo lo que he escrito me parece paja”. Con él están muchos otros pensadores que han jugado con el lenguaje mientras vivían algo a lo que no podían dar voz. Escribían cientos de páginas, después de decir que la realidad, la verdad, la vida… se escapan de todo intento verbal de atraparlo. George (o Jorge) Santayana escribió, en su obra El sentido de la belleza, que, de todas las cosas, la belleza es la que menos requiere de explicación. Y acto seguido elaboró trescientas páginas de disquisiciones sobre eso que no necesita ser explicado. Al final acaba balbuceando en un espacio que recuerda las descripciones escatológicas tradicionales. Se atribuye a Isadora Duncan aquello de “si pudiera decirlo, no tendría que bailarlo”. Pues bien, el filósofo británico Roger Scruton, en este artículo, subraya que "quien vaya por la vida con una mente y un corazón abiertos encontrará estos momentos de revelación, momentos que están saturados de significado, pero cuyo significado no puede ponerse en palabras. Estos momentos nos son preciosos". Ojalá no se me escapen.