18
May
2006May
Estado de excepción
6 comentarios Qué mal nos suena esa expresión. Parece que sólo lo imponen, cuando les parece, los estados bananeros y las dictaduras o, en situaciones, como su nombre indica, excepcionales, los países democráticos. Error. Ayer se impuso en nuestro país y hoy sigue la resaca. Un equipo de fútbol ganó una copa y, aún antes de que el tal trofeo llegase a España, ya la excepción se había instalado en estos lares. ¿Qué si no es la suspensión de las normas de convivencia cívica que rigen nuestra vida cotidiana, cuando un equipo gana un partido de fútbol (o de baloncesto, o un señor que corre con un coche llega el primero, u otro que golpea pelotas gana una ensaladera, o una señorita encesta un balón en el último minuto o derrota al parchís a un país desconocido antes de ese glorioso evento, o… –las cosas más insospechadas pueden ser deportes–)? ¿Por qué se suspenden? Si alguien me puede dar una sola razón, le estaría muy agradecido, porque cuanto más lo pienso, menos lo entiendo. Usted puede pasar en coche por delante de un hospital pitando como un energúmero, ponerse a gritar como un endemoniado en su edificio, que hoy se aplica la ley de la selva, en virtud de que alguien (que no es usted) ha ganado algo. Nadie le dirá nada, y ay del que se atreva a protestar contra ese botellón futbolístico. El ambiente parece que invita a invadir la vía urbana (común) y a dejarla hecha unos zorros, tanto en el sentido higiénico como en el acústico. Yo no sé qué pensará quien lea esto, pero a mí me parece la claudicación de quien debe defender a los que queremos que nos dejen dormir y a los que nos importa un rábano lo que, supuestamente, es de "interés general" (ay, si Rousseau levantara la cabeza). Quizá mañana, aprovechando que es San Cucufate, yo me lance a la calle a gritar como un poseso mi alegría ante tal evento. Entonces sí que saldré en los periódicos, pero no por celebrante, sino por raro. Me temo que el santo no da tantos motivos de alegría como el “esférico” (¿qué demonios será eso?).