28
Abr
2008Abr
Fitna
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Por fin he tenido la ocasión de ver esa película “maldita”, Fitna, que es una alegato frente a los peligros de la islamización creciente de Holanda. Da la impresión de que es un batiburrillo de cosas, pero no cabe duda de que algunas de las realidades que nos narra las hemos vivido casi en primera persona. Seguro que no todo el Islam es como lo pinta la película, pues si sacamos citas de nuestra propia Biblia podemos encontrar cosas semejantes. Recuerdo cuando leía el pasaje en que David vence a Goliat, y tras un rotundo "y le cortó la cabeza" culminábamos con un interrogativo "palabra de Dios". Ahora bien, esto no quita para que algunos de los sectores más ilustrados (o menos ilustrados) del Islam actúen punto por punto con lo que aquí se nos cuenta, con ese afán de conquista y reconquista feroz. Quizá el cristianismo fuese así en la época de las cruzadas, como denuncia alguno en una pancarta de las que se ven en la peli. Pero esa época quedó siglos atrás (tantos...). Las democracias modernas están construidas sobre muchos principios, uno de los cuales es la separación de los poderes, y cómo no, la separación entre lo religioso y lo estatal. Y eso es fundamental y en ello no hay vuelta atrás, ni puede haber siquiera el más mínimo asomo de ella. Que las ramas más duras del Islam practican conductas que difícilmente encajan con los derechos humanos es algo que, por desgracia, admite poca discusión. Pero insisto en que no todo el Islam es eso. Y el ecumenismo tiene que empezar por los puntos de contacto, en una historia de largos desencuentros que, posiblemente, haya generado parte de las personalidades enfermizas que aparecen en la película. Mas, de nuevo, el Islam no es lo que aparece ahí. Al menos eso espero, y al menos espero que el autor del mismo haya sido tendencioso, como lo son quienes siempre sacan las mismas cosas en televisión para atizar a los católicos, cristianos y religiosos en general. Aun así, no está de más ver Fitna, porque no deja de ser una voz más en un panorama en el que, para dialogar, hay que tener cuantas más voces mejor.