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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

13
Ene
2009

Gulliver y el ministro

1 comentarios

En la parte 4ª, capitulo 6, de Los viajes de Gulliver, cuándo éste está en el país de los houyhnhnms, Jonatahn Swift se despacha a gusto contra los políticos:

“Le dije que un primer ministro, o ministro presidente, que era la persona que iba a pintarle, era un ser exento de alegría y dolor, amor y odio, piedad y cólera, o, por lo menos, que no hace uso de otra pasión que un violento deseo de riquezas, poder y títulos. Emplea sus palabras para todos los usos, menos para indicar cuál es su opinión; nunca dice la verdad sino con la intención de que se tome por una mentira, ni una mentira sino con el propósito de que se tome por una verdad. Aquellos de quienes peor habla en su ausencia son los que están en camino seguro de predicamento, y si empieza a hacer vuestra alabanza a otros o a vosotros mismos, podéis consideraros en el abandono desde aquel instante. Lo peor que de él se puede recibir es una promesa, especialmente cuando va confirmadapor un juramento; después de esta prueba, todo hombre prudente se retira y renuncia a todas las esperanzas.

Tres son los métodos por que un hombre puede elevarse a primer ministro: el primero es saber usar con prudencia de una esposa, una hija o una hermana; el segundo, traicionar y minar el terreno al predecesor, y el tercero, mostrar enasambleas públicas furioso celo contra las corrupciones de la corte. Pero un príncipe preferirá siempre a los que practican el último de estos métodos; porque tales celosos resultan siempre los más rendidos y subordinados a la voluntad y a las pasiones de su señor. Estos ministros, como tienen todos los empleos a su disposición, se mantienen en el Poder corrompiendo a la mayoría de un Senado o un gran Consejo; y, por último, por medio de un expediente llamado Acta de Indemnidad -cuya naturaleza expliqué a mi amo-, se aseguran contra cualquier ajuste de cuentas que pudiera sobrevenir y se retiran de la vida pública cargados con los despojos de la nación”.

Esta obra se escribió en 1726. Han cambiado tantas cosas…, sobre todo la agudeza para explicar que el poder es un fin en sí mismo. Por algo será aquello de la kénosis tan fundamental en la tradición cristiana.

 

 

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Anónimo
14 de enero de 2009 a las 19:19

¡Qué hermosos textos éstos como el de Los viajes de Gulliver que han ido transfiriendo de época en época la posibilidad de reflexiones filosóficas serias que, como tales, nos vienen tan bien en el momento en que “caen en nuestras manos” ( como en este caso que, gracias a su sabia gentileza, Sixto nos sirve en bandeja para que degustemos este pasaje quienes no hemos leído la obra o que lo vuelvan a probar quienes la conocen). Benditas obras de arte que -justamente por ser "eso"- saben transmitirnos, “protegidos” por esa forma cuya belleza capta nuestra percepción “sensorial” (pues es morphé aisthetiké), mensajes esenciales para nuestro autoconocimiento y (derivado de ello) para nuestra convivencia humana. El poder, como sabe cualquier verdadero filósofo, es de los “fines” que más podemos “sentir” como “fin último” (el télos téleion que dice Aristóteles) y el error de creer que es “fin en sí mismo” genera personajes como el ministro de esta obra…, y como políticos (y no políticos, por supuesto) “reales”. ¡Qué deseable es que en quien practique la “kenosis” cristiana sea gobernante! ¿A esto se refería Platón con lo del “rey-filósofo”? ¡Intentemos “vaciarnos” para Vivir ligeros!

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