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Hacer lo extraño cotidiano
1 comentariosÚltimamente he estado algo desconectado de la realidad mediática, lo cual acaba por ser una bendición. "Noticias" casi se ha vuelto sinónimo de “malas”. Pero si hay algunas cosas que me han llamado la atención. Quizá lo más sobresaliente ha sido el unánime sentimiento de pérdida por la muerte de Miliki, cosa rara en nuestro país, donde somos muchas cosas, pero unánimes no. De hecho, esta “alma unica” desapareció por completo en esa noticia que ha recorrido el mundo, la del policía que le compra una botas al mendigo… De todo he leído, y no acabo de ver por qué es tan difícil pensar que, simplemente, de vez en cuando se dan actos de generosidad así, sin más, sin que haya detrás conspiraciones del capitalismo tardío, del eje del mal o del plato-cristianismo. Está visto que la explicación más evidente (perdón por esta palabra) no convence a todo el mundo. Lo que me ha hecho plantearme esa noticia, en todo caso, es por qué no hacemos eso con más naturalidad, por qué tiene que saltar a la palestra algo que casi sería lógico y cotidiano. Estoy convencido de que la mayoría querríamos haber hecho eso (de modo mucho más desapercibido, claro está), y no lo hacemos cuando tenemos ocasión. San Pablo no andaba desencaminado con aquello de que vemos lo bueno, lo mejor, y al final, pues ya se sabe. Hay, no obstante, intentos de hacer cotidianas cosas que, de puro sencillas, se vuelven raras. Decir una cosa buena de alguien a ese alguien (y estar dispuestos a escucharlo). Hay que preparar un escenario y hacerlo. Y algunos lo hacen. A ver si se me ocurre algo…