Jun
Indultos teológicos
3 comentariosEste asunto de los indultos muestra la viveza de la teología. Por algún sitio he contado que la teoría de las artes es teología disfrazada y varios politólogos, de modo especial Carl Schmitt, sostienen que las categorías políticas son categorías teológicas secularizadas. El caso del indulto es palmario. Es una gracia y, como tal, inmerecida. Es por tanto algo que rompe el orden natural de las cosas, como el milagro. Las leyes, divinas y humanas, se ponen aparte. Los teólogos se han devanado los sesos por ese carácter de pequeña injusticia que –a nuestros ojos– tienen la gracia divina y el milagro (¿por qué ese es el elegido? ¿Qué tiene que no tenga yo?) y no seré yo quien siquiera piense en resolver la cuestión que, es, insisto, eminentemente teológica y no tiene nada de secular, como lo es buena parte de la teoría política. Hobbes sostenía que Dios permitía el mal porque podía. ¿Por qué le atiza inmisericordemente a Job? Porque puede. Por analogía, se desarrolla la omnipotencia del gobernante moderno absoluto. De eso quedan resabios: indulto porque puedo. No hay más que hablar.
No obstante, el cambio que se ha dado en esta deriva es que, quizá por actuar de modo inconsciente, esta teología ya no es racional, argumentativa ni nada que se le parezca, sino que es teología sentimental. "Puedo porque siento". Los principios son los sentimientos, y esos son inexpugnables. Los filósofos modernos pensaban que los sentimientos eran individuales, personales e intransferibles (y un tanto farragosos y opacos, dicho sea de paso), mientras que el concepto era aquello que pretendía universalidad. Ahora los sentimientos pretenden derechos y esto nos abre a un mundo nuevo, inexplorado y complicadísimo, porque la apelación al sentimiento se ha aceptado como regla válida de razonamiento y puede utilizarse como antaño se usaba un modus ponens, es decir, como un recurso lógico válido. De esta premisa, aplicando la regla del sentimiento, puedo derivar aquella otra. Y así, ley tras ley, en las que se legisla a partir de qué o cómo se siente cada quien, indulto tras indulto, construidos sobre sentimientos respetables (y otros preteridos, no se olvide ese detalle), aunque con ellos vaya la bolsa y la vida… vamos dando paso a un mundo nuevo en el que dioses de chichinabo van llenando espacios que nos seguimos esforzando en dejar vacíos. Teología sentimental. No pinta bien.