Abr
Kenia
1 comentariosUna matanza indiscriminada es un desastre; una matanza dirigida posiblemente es un desastre mayor, si se puede hablar en estos términos una vez que las cotas de depravación (y cuando calificamos algo de matanza este término indica ya esa perversión a la que alude el término). Lo de los cristianos de Kenia clama al cielo. No sé si las redes sociales se han incendiado. No lo sé, porque el hecho de que se incendien, según parece, no indica mucho sobre la trascendencia o la importancia de aquello por lo que se incendian. Pueden “incendiarse” a causa de grandes injusticias o a causa de que quiten un programa de la tele, como hemos visto estos días. Habrá que ponerle un complemento circunstancial de causa al “incendio”.
La cosa, según parece, es que unos tipos entran en una universidad y preguntan a la gente cuál es su credo y, en función de eso, le pegan un tiro o le dejan ir Según leo en la edición de un semanal británico, los que podían demostrar que pertenecían a una determinada fe o se convertían en ese instante (eso dice The Tablet), se salvaban, y los que no... mala suerte. Da pavor pensar en todos, en aquellos a los que obligan a convertir su fe religiosa en un salvoconducto, en los que se despojan de la misma en un instante y en los que permanecieron fieles y leales. Con un poco de imagineria menos dolorosa estaríamos ante un relato del Apocalipsis. Curiosamente, en nuestra manera de ver el asunto, ese es un asunto exclusivamente keniata, a diferencia de las cosas que suceden en el mundo Occidental y anexo, que se convierte ipso facto en un problema mundial.
Como siempre, no faltan los intelectuales que solucionan esta cosa calificando estas acciones como cosas propias de la Edad Media. La “Edad Media” ha devenido un fantástico flatus vocis ?mira tú que injusticia poética? en boca de todos aquellos que no quieren gastar mucho tiempo en pensar. Yo no sé si en la “Edad Media” hacían eso (y me temo que los del flatus tampoco), pero como de vez en cuando leo a algunos filósofos medievales, por ver si aprendo algo, no hago mucho caso de edades buenas y malas, luminosas y oscuras, las mías y las de los otros.
Probablemente sea verdad que muchos grupos armados que se guían por los más diversos intereses hacen de las religiones una bandera para justificar sus barbaridades. Pero seguramente también es verdad lo que prácticamente todos los medios han constatado estos días, con estadísticas y números que parecen gritar: la religión más perseguida es el cristianismo. En realidad, que así será, está escrito en tantos pasajes. Pero cuando yo lo leo hago como que no. En fin, esto da que pensar sobre qué se puede hacer más allá de la condena. Porque algo hay que hacer.