Estaba ojeando una revista que recibo de una iglesia cristiana estadounidense, que habla, en este número, sobre el matrimonio (es el tema de portada). En las páginas interiores se habla sobre la depresión y las fobias, el futuro de la economía, la necesidad de abastecerse o no de bienes de primera necesidad para el hipotético caso de una emergencia mundial… todo ello trufado de citas bíblicas. La verdad es que nunca he usado la Biblia así. Por supuesto que en la Biblia hay una llamadaal estar despierto, al velar, al vigilate et orate…, pero nunca se me habría ocurrido interpretarlo como un ir corriendo al supermercado a adquirir productos para mantenerme vivo durante una semana más en caso de guerra nuclear o pandemia. Pero bueno, cada quien puede usar la Biblia como le parezca. Pero me llamó la atención que había un artículo que pretendía ayudar a los lectores a escapar del “tiovivo” del sexo. Supongo que se referiría a los adictos… y allí no había ninguna cita bíblica. Cosa extraña, porque basta con echar un vistazo al Levítico y uno encuentra legislación para lo más insospechado, pero el autor del artículo, supongo que conscientemente y con buen criterio, decidió renunciar a citar todas esas abominaciones que allá se citan (quizá para que a nadie se le pasen siquiera por la cabeza). En todo caso, la lección que yo saqué (todo lo impreso tiene algo de valioso, de eso no me cabe duda) es que el que busque en la Biblia un prontuario de moral sexual lo tiene complicado, y más aún si se limita al NT. Sí, ya sé que unos estarán descontentos porque hay alusiones en el NT a las que no hago referencia… Y otros estarán descontentos porque sostienen la Iglesia no debería hablar de sexo. Pero, ¿acaso tengo yo que contentar a todos? Por Dios, enorme peso me ponen algunos sobre mis hombros.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.