Feb
La ceniza de warhol
4 comentariosMe contó hace años un fraile del convento de St. Vicent de Nueva York que Andy Warhol era parroquiano de esa iglesia. Iba los domingos a misa. Se quedaba de pie, detrás de una columna, y no asistía a una misa completa, sino a la segunda mitad de una y a la primera mitad de la siguiente. Sea esto cierto o no (no vaya a ser que los biógrafos añadan esta anécdota como un dato irrefutable y se vean obligados a tirar los libros que han escrito), me llama la atención, más que la cosa “postmoderna” de trocear la misa y recoger los trozos en el orden que mejor le vengan a uno, el hecho de quedarse detrás de la columna, que me recuerda mucho al publicano, que se confesaba pecador frente al fariseo chuleta. El publicano es una figura que casi ya no existe, al menos en el mundo que más cacarea en los medios que nos asaetean todos lo días. La culpa ha desaparecido, al menos en los titulares. De un tiempo a esta parte, parece que la culpa ha sido desterrada, como una enfermedad contagiosa que hay que evitar. Supongo que entre el exceso de una culpa mórbida y la negativa a reconocer que al menos algunas veces uno hace algunas cosas mal ha de haber un término medio que nos haga tomar conciencia de que andar por el mundo es, en muchas ocasiones, provocar entuertos que hay que desfacer. La culpa es la conciencia de ese tuerto. Si desaparece esa conciencia, queda el publicano chuleta que todo lo hace bien al que Dios (caso de que lo tenga en cuenta), la sociedad, la historia o el universo no tienen más remedio que rendirle pleitesía.
Me pregunto si Andy Warhol asistiría a la imposición de la ceniza del miércoles del mismo nombre. Probablemente saliese de su ocultamiento y, al menos en una de las dos partes de su celebración, escucharía aquello de “Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” que nos habla tanto de nuestra condición como de la importancia de lo que se hace entre el pulvis y el pulverem. Buen comienzo de cuaresma.