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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

2
Dic
2010

La censura es de hoy

8 comentarios

Desde que el hombre es tal se ejerce la censura. Se le cambian los nombres y se la denomina "discriminación positiva", resistencia frente a la superstición, búsqueda del interés (del tipo que sea) y se cree que se ha cambiado la realidad. Es el nominalismo que nos invade, al que ya hice referencia tiempo atrás: cambiamos los términos y creemos que, con ello, se transforma la realidad que hay detrás de los términos (ah, que no hay realidad detrás, afirman. Bueno, dolor de muelas sin nombre, has de dejar de doler si ya no eres dolor). Las universidades, terreno donde se debaten las ideas, donde (supuestamente) forma críticamente a la gente, llevan infinidad de tiempo sufriendo una forma de censura que se disfraza de democracia: ciertas gentes se plantan y dicen que x o y no da una conferencia allá, porque en la universidad no se debe dar cabida a las "ideas", fatuas o supersticiones que defienden x e y. Luego, las ideas (o pseudo ideas) de x e y quedan reducidas al estado de psedodiscursos (o discursos falaces) precisamente porque no tienen cabida en la universidad. El obispo no puede hablar en la universidad, porque representa la superstición, dicen. Pero ¿por qué no le dejas hablar en la universidad y debates sus tesis? Los representantes de tal partido político, tampoco, porque tal y cual. Se parte de la tesis de que la universidad confiere “cientificidad” a un discurso y no es así: precisamente la universidad es el foro de debate donde, incluso, se discute en qué consiste la cientificidad, la veracidad, la verdad…, y la misma censura. Porque habrá que pensar que el que, por ser vos quien sois, no se os permite entrar en la universidad a contar algo es una forma de censura clara y palmaria, por mucho que le cambiemos el nombre y la llamemos protesta catafática. Da lo mismo, la rosa olerá igual aunque la llames “asor” (y ganará el estatuto de palíndromo). La cosa sigue. Sólo cambian los detentadores de la cosa.

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JM Valderas
2 de diciembre de 2010 a las 18:08

Carísimo Sixto. En tu universidad acaban de celebrar un simposio sobre relación (de incompatibilidad) entre ciencia y fe por personas militantemente ateas. El resultado o el desarrollo cabe presumirlo. Uno de los participantes quedó en evidencia en su propio blog cuando alguien le puso de manifiesto no sólo su falta de preparación, sino los disparates que salían de su pluma. Lo hizo con seudónimo, cabe presumir porque detrás debía haber alguien o algunos que podrían sufrir represalias. La censura cerró el paso a Rouco en la Autónoma de Madrid y aquí en Barcelona quieren cerrar la capilla de Económicas. Pero la experiencia te enseña que cuando plantas cara sólo te censuran... los tuyos. Los otros toman sus medidas represoras, por supuesto. Ayer mismo, en la entrada a una clase de máster, un colega me comentaba: feliz tú que has podido hacer lo que has querido. ¿Feliz yo? ¿Yo he hecho lo que he querido? Quien profesa la fe no hace nunca lo que quiere. Algún día podrías contar tus propias experiencias en ese terreno, que estoy convencido son sumamente ilustradoras y reconfortantes en la fe. Un abrazo.

Calimandroco
3 de diciembre de 2010 a las 07:27

De acuerdísimo contigo, Sixto. Hoy estamos en la "dictadura de lo relativo". Se piensa que porque lo disfracemos de "tolerancia" es menos férrea que una dictadura. Pero no nos equivoquemos,como tu decías todo cuestión de nominalismo, cuando alguien se sale del cauce marcado por los paradigmas ideológicos actuales es censurado y hasta "ideológicamente" perseguido. En lo referente a la libertad de las ideas religiosas se tiene el mito de que son un haz de superstición y oscurantismo, nada más lejos de la realidad. Pienso que la fe y la razón (no cientificismo, que hace ver concordismos por todas partes) son perfectamente compatibles en un discurso ordenado y claro. Pero si se parte de la premisa del contexto actual, de que "ya llevo las de perder", entonces anulamos no sólo mi discurso sino el de cualquiera que vaya en contra de la "dictadura de lo relativo".

keynes
6 de diciembre de 2010 a las 22:57

En las sociedades democráticas como la española existe libertad de expresión (isegoría) y nadie nos la puede arrebatar. De modo que, si ha existido censura, Su Eminencia Reverendísima Rouco Varela haría bien en denunciarla en los juzgados. Pero, si no ha sido así, haría bien Vd. señor Sixto en no decir mentiras. Cosa distinta es que nuestra sociedad también respete la libertad de expresión de los que escuchan y de los que no quieren escuchar a Su Eminencia Reverendísima, o que Su Eminencia Reverendísima sólo hable al público que lo vitorea, aplaude y jalea. ¿Quién censuro al Sr.Cardenal? ¿A qué viene el miedo del Su Eminencia Reverendísima en hablar en la Universidad? ¿Lo tuvo acaso Aznar en Barcelona cuando le reventaron la conferencia? ¿Quizás lo tuvo Felipe Gonzalez en la Universidad de Madrid?

¿Saben Su Eminencia Reverendísima y Vd. Padre Sixto qué es evangelizar y a quien se evangeliza? ¿Saben que el evangelio nos llama a predicar a tiempo y a destiempo? Lamento que entre los evangelizadores no he encontrado a Dominicos, tan intelectuales y tan preparados ellos. He encontrado a Arregui y lo han censurado, a José Mª Castillo, y lo han censurado, a Gonzalez Faus, y lo han censurado, a Xavier Pikaza, y lo han censurado, a J. A. Pagola y le retiran " Aproximación…”. Todos tienen, como Jesús, ideas revolucionarias que el poder religioso no puede tolerar porque constituyen un espejo en que ese poder eclesial no se puede mirar sin ruborizarse o ponerse nervioso.

Le pido al Rv. P. Sixto que investigue cómo durante la larga noche que precedió al Vaticano II, fueron cayendo innumerables víctimas de su fe, como Fr. Yves Congar, O.P. a quien, por cierto se le reconocieron sus méritos nombrándolo cardenal en el momento en que fallecía ¡vaya gracia que le haría!; o como Henri de Lubac S.J., etc. El siglo XX tuvo muchos profetas como los hay también ahora, y mientras en las facultades de Suiza, Alemania y Francia se estudian nuevas maneras de plantear y vivir la fe de los cristianos, en España se añoran los tristes y oscurantistas decenios de los años tenebrosos.

El Vaticano padece crisis de ansiedad y pánico ante el viento del Espíritu que siempre sopla y soplará por donde quiere y le pese a quien le pese, y es esta libertad del espíritu la que más molesta a los detentadores de la verdad como Su Eminencia Reverendísima y Vd. mismo. Porque esta libertad del espíritu la retienen contra la voluntad de su dueño, es decir, contra la voluntad del pueblo cristiano, ese que sigue las enseñanzas del evangelio y que se enfrenta al dogmatismo y a los planteamientos doctrinales de aquellos de sus pastores que se aferran a la tradición y los preceptos de la Ley, “máximas de arcilla y proverbios polvorientos” les llamará Job. Las respuestas que están esperando los cristianos de hoy, como ya hiciera entonces Job es la de Dios, con quién quieren hablar cara a cara, de igual a igual, pero sin ser aplastados por su poder (Jb 9, 33-35).

Otro mensaje fundamental del libro de Job que viene al pelo sobre la situación de la iglesia de hoy es que se refiere a su honradez intelectual. Job sabe que es inocente y no se doblega ante la furia de Dios ni ante los reproches de sus amigos cuando le responde al tercer discurso de Bildad sobre la omnipotencia de Dios y les dice “Lejos de daros la razón, / hasta la muerte mantendré mi inocencia. Me aferraré a mi justicia y no la soltaré; / mi corazón no tendrá que avergonzarse de mis días” (Jb 26, 5-6). Es esta fe profunda y no superficial como la de sus amigos lo que hace que Dios se muestre a Job. Hagan Su Eminencia Reverendísima y Vd. lo mismo que Job y dejen de mantener una fe encasillada en estereotipos.

Sixto
6 de diciembre de 2010 a las 23:16

Obviamente, amigo Keynes, usted no se ha enterado de lo que he escrito

Keynes-Prof. de la Universidad Española
7 de diciembre de 2010 a las 00:01

Siento defraudarle, querido amigo Sixto, no soy analfabeto, sé leer, leer entrelineas y en las líneas torcidas del evangelio... Lo que Vds. necesitan es una severa cura de humildad, les recomiendo que lean más la Biblia y el evangelio, que viajen más y vean más mundo, les hará bien, les abrirá el espíritu y les ayudará a ser más magnánimos, más tolerantes y más aceptadores de la libertad y más humanos, porque de lo contrario, a este paso los laicos y los agnósticos van a tener un conocimiento más ajustado al evangelio que Vds. en relación al mensaje de Jesús.

Sixto
7 de diciembre de 2010 a las 00:09

Insisto en que en mi artículo no hay nada de lo que usted critica, señor profesor de la universidad española. No hay más comentarios.

JM Valderas
7 de diciembre de 2010 a las 10:30

Keynes, el profesor Sixto Rodríguez, profesor de la Universidad de Valladolid, director de Estudios Filosóficos, una revista pountera en filosofía, no se lo dirá, pero permítame que se lo diga yo. El ataque ad hominem es feo. Sobre todo, porque se ignora todo del atacado y se escuda uno en estereotpos falsos, que nos vienen como anillo al dedo para desautorizarlo. Usted tendrá sus ideas personales sobre los autores que ha citado. Más de uno, al menos uno, yo mismo, discrepo de la entidad teológica de los mencionados ateniéndome a sus escritos. (Uno ha perdido mucho tiempo leyéndolos.) Pero Sixto, cuya opinión sobre esos autores yo desconozco, no hablaba de eso, sino de algo muy claro. No necesita entre líneas. El texto es autocontenido que dirían los filósofos. Y, por cierto, ha viajado mucho. Fíjese si ha viajado que ha dado clases en Alemania y en países de habla inglesa, en sus respectivos idiomas. Y conoce muy bien a la nouvelle thélogie de Le Saulchoir. Sixto no lo sé. Pero a mí me produce una repugnancia nauseabunda los ataques personales. Por cobardes.

Sixto
7 de diciembre de 2010 a las 13:50

Efectivamente, he eliminado varios comentarios de Keynes (la censura, seguramente). Todos, en efecto, ad hominem, que si los dominicos, que si yo, que si las hogueras y cosa por el estilo. Creo que es la Noria donde eso funciona. No más.

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