Oct
La historia de San Gregorio
1 comentariosMientras trato de resolver una cuestión que me inquieta desde hace tiempo (¿qué lleva a un chaval de 20 años a coger siempre el ascensor para bajar tres pisos?), encuentro la respuesta, aunque no en forma directa. Fr. Cándido Ániz nos ha hecho entrega hoy de una obra que le ha ocupado varios años y que anuncia como su última obra. Bueno, eso no lo sabe nadie, y quienes conozcan a Cándido me entenderán. Se trata de tres volúmenes sobre la historia del convento de San Gregorio de Valladolid, que recopilan casi todo lo que se puede encontrar sobre el convento que, en esta casa, existió antes del de San Pablo y San Gregorio. Simplemente hojeándolos se da uno cuenta de la cantidad inmensa (pero inmensa hasta límites insospechados) de cosas que los frailes hacían e hicieron, de la pujanza vital, intelectual y religiosa de esta santa casa a la que yo llegué hace ya unos cuantos años, de la cantidad de gente de primera línea que pasó por acá y de los gigantes sobre cuyos hombros los “quasi nanos” que hemos venido después hemos tratado de alzarnos. Supongo que si digo que esa obra es un trabajo de chinos se me entenderá, sobre todo por la actualidad del tema aquí en España. Y tiene tantas virtudes, a primera vista (seguro que le encontramos más una vez que la leamos con detalle) que es difícil quedarse con una. Pero lo voy a hacer: la memoria, el recuerdo de los rostros, los nombres y hasta las corporalidades. Algunos ya no están, otros hemos cambiado de pinta y estamos algo más estropeados (si nos fiamos de las fotos) y de algunos de más allá yo no tenía más que una somera noticia. Es difícil evitar un estremecimiento, siquiera leve, al recordar tanta vida y trabajo que fueron (y de algún modo lo que fue no puede no haber sido) buenos y bellos. Y eso lo ha hecho Cándido, que pasa con bastante amplitud de los 80 y baja las escaleras caminando.