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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

27
Feb
2009

La maza moral

1 comentarios

Siento una endiablada simpatía por el señor éste que ha entrado a mazazos en una taberna de esas que, además de servir chiquitos, sirven odio y justificaciones (de muy baja calidad intelectual, moral, ontológica, sistémica y performatíava –es por añadir epítetos para que se vea que sus “palabras” no me merecen ningún respecto, –ni siquiera el que merecería toda palabra por el hecho de ser proferida por un ser humano–). La historia todo el mundo la conoce: los de siempre, los que colocan bombas y los que viven de ellos, ponen una bombita (pero política eso sí) que se carga, como siempre, un montón de casas, coches, etc (que por supuesto, indemnizará alguien, seguramente usted y yo, sin saberlo) y, por suerte, esta vez a ningún mortal. Y el hombre éste, hasta los mismísimos sostenidos y bemoles, decide entrar en la taberna, que es el escaparate donde se anuncian los que le han puesto la bomba y la trastienda a la que van a recargar sus pistolillas, y la emprende a mazazos contra todo lo que se pone a su vista (cooooosas, a diferencia de estos otros, que suelen cepillarse persoooooonas, que no todo es lo mismo, no, no). Una ola de simpatía ha recorrido España.. Los políticos han dicho que comparten su respuesta, pero que eso no son modos. Discrepo. Creo que hay un punto en el que estos son los modos. No se trata de salir a la calle a pegar tiros (eso lo hacían los surrealistas y estos ooootros de las tabernas), simplemente de dejar claro que la impunidad en la que viven en sus feudos estos ooootros es la del califa, que decide quién vive y quién muere. Pues nada, amigo, sé que es fácil decirlo desde Valladolid, aquí sentado ante mi ordenador, pero no sólo cuentas con todo mi apoyo y mi justificación moral, al ciento por uno. Además, mira bien lo que te digo, había una vez un personaje llamado Jesús que entró en el templo con una mala leche….

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entos susurrante
27 de febrero de 2009 a las 22:52

No parece difícil, en un primer momento, estar de acuerdo con la acción de esta persona que mencionas, a poco que uno haya seguido los hechos que lamentablemente no son precisamente actuales y forman parte de nuestra historia cotidiana desde hace tiempo. Yo creo haber visto (en un fugaz momento de paso ante la televisión) esas imágenes de alguien, maza en ristre, rompiendo primero los cristales de un local y metiéndose dentro para continuar… La verdad es que es ahora, al leer tu comentario, cuando le pongo el contexto adecuado, pues me doy cuenta de que había interpretado mal la escena, que me pareció una “exhibición” más de violencia pura que los reporteros se afanaban en proyectar para mostrar una vez más la irracionalidad de esos “ooootros” que dices. Ahora ya salgo del error y puedo comprender qué le movió a esa persona a hacer eso…, sin embargo, hay algo que no termina de gustarme en la “acción en sí” y me inquieta: ¿cómo pude pensar que ese hombre era de esos “oooootros” cuando lo que hacía era justamente contra ellos y para que aprendieran una lección “legítima”? Es más que comprensible que cualquier humano, ante el abuso y el padecimiento de la violencia llegue un momento en que reaccione así, y no debemos juzgar a quien se ha visto desbordado por tanto maltrato pues merece nuestra comprensión, pero…¿alguna vez la violencia ha servido para poner “punto final” a los enfrentamientos y se ha seguido de ella inmediatamente la paz DEFINITIVA? ¿Que algunos miembros de nuestra familia humana hayan enloquecido hace tiempo justifica “como método de estrategia-resolvedora-de-conflictos” el convertirnos en “portadores-de-maza” para explicar una lección a unos “alumnos” que están totalmente atrofiados para aprender? Quienes tenemos la suerte de no haber padecido en directo la barbarie y la locura del odio que se retroalimenta a sí mismo, y –esto es lo peor- se nutre principalmente de la violencia que él mismo genera, no debemos inyectar “alimento” a ese rencor monstruoso, si lo que queremos es que se extinga. ¡Claro –insisto una vez más- que comprendemos “al de la maza”!, porque él está atrapado en un huracán en el que ninguno podríamos mantenernos estables, pero ¿y los que podemos disfrutar de un tiempo apacible y, gracias a ello, tender una cuerda sólida a quien está desbordado y zarandeado por la tempestad? ¿Le animaríamos a seguir agarrado a una maza que da la impresión de estar anclada con fuerza a algo, y sin embargo no es más que otro objeto que vuela de acá para allá sin rumbo, movido por la misma fuerza del viento descontrolado? Ha habido en la historia Grandes Mensajeros de la paz, también en esto “caminamos a hombros de gigantes”, esos Grandes Maestros nos pueden ayudar de verdad con su consejo y su vida modélica y, sobre todo, por todo lo bueno que se siguió de ellos. A mí también me parece que podemos mencionar a Jesús como paradigma universal, no importa la creencia o religión de uno, pero, aunque la escena del templo (tomada en su sentido más literal) me permite ser más comprensivo con esos momentos de “desbordamiento emocional” que los humanos tenemos, me quedo con el mensaje de Amor Incondicional, que para nada tiene que ver con la inacción o el victimismo. Al contrario, esa disposición profunda del corazón es la que nos permite a cada uno en el lugar que estamos en nuestra “comunidad humana” actuar de la forma más sensata posible y contribuir de verdad a la creación de una sociedad donde el odio y el rencor mueran por inanición porque nunca los sentimientos de venganza contribuirán a añadir alimento a lo que debe disolverse para desaparecer. No hay otro modo, sino… seguiremos “matriculados” en la asignatura de “aprender a vivir con los otros en el planeta tierra” con el riesgo de que se nos acaben las convocatorias… ¿Habrá dónde acudir para solicitar la “de gracia”?

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