Oct
La mirada
1 comentariosUna de las cosas que más llaman la atención de este país es que cada quien va como le da la gana y nadie mira (bueno, no es cierto del todo: bastantes miran de reojo, que yo lo he visto ha ciendo un experimento de garrafón, es decir, prestando más atención a los observadores que al observado). Uno puede vestir como le dé la gana, ir hablando solo, gritando, gesticulando, etc., que aparentemente nadie va a entrometerse en su espacio íntimo de gesticulación, charla o apariencia. Pero el que nadie le mire a uno tiene una consecuencia, que tiene, en parte, una explicación lingüística (eso pensaba yo en mis vagabundeos por la ciudad). Como todo el mundo sabe mirar es look, buscar es look for, cuidar es look after… Todo tiene que ver con la mirada, y si uno obtiene el bien de que nadie le mire cuando viste como le da la gana o habla con sus fantasmas, también recibe el mal de que, cuando necesita que le busquen, le miren o le cuiden, más difícilmente va a recabar estas cosas. Porque uno se vuelve invisible, para bien y para mal. Como buena sociedad liberal que es, ésta premia el éxito y el esfuerzo individual (ayer lo leía en los escritos de un padre de la patria, tal como están expuestos en una exposición de aquí al lado), pero no perdona el fracaso. Y quizá todo eso tenga, en parte, que ver con la mirada.