Mar
Las folías
1 comentariosHay muchas melodías eternas, imperecederas y que por las razones que sean se clavan en nuestra memoria y ya nunca desaparecen. Una de ellas, que acabo de escuchar de nuevo por unas de esas casualidades que nunca son casuales, son las Folías de España, tema sobre el que se han inspirado infinidad de compositores. Las he escuchado en varias versiones, con instrumentos diversos (y tengo la suerte de haberlas tocado alguna vez, lo que me recuerda aquel verum-factum de Vico, pero eso queda para otro día). La belleza de esta pieza, como de cualquier otra semejante, es inexplicable, así de rotundo y de redondo. No hay principio matemático, genético, evolutivo o histórico que la pueda explicar. Cualquiera de estas piezas, de belleza espectral, que nos transporta y nos conmueve (¡cuánto hace que el arte olvidó eso, ay!) es una posibilidad de apertura. Mi amigo Joaquín Esteban dice que la cultura occidental es un continuo tapar agujeros: no hay nada que podamos dejar tintineante… En cuanto vemos que algo se menesa, sin más, le plantamos un parche, un concepto, una teoría que lo abarque… Mas las Folías (o algunas fugas, sonatas, etc.) nos ponen al borde del éxtasis (de la salida de nosotros mismos hacia, ¿dónde?). Y cuando uno pone sus dedos sobre un teclado, unas cuerdas… se produce algo mágico, sin duda espiritual. Y uno se pregunta cómo alguien se empeña en reducirlo a algo distinto de sí mismo, como si nos diese miedo disfrutar los regalos que se nos hacen y tuviésemos que destriparlos como hacíamos con los juguetes cuando éramos niños, para ver, finalmente, que el interior, las piezas, no dicen nada del juguete. Mira por dónde me ha salido aquí un juego de juguetes e instrumentos (todos se juegan, jouer, play, spielen…).