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Ley y ética
4 comentariosTengo que confesar que llevaba unos días inquieto, esperando que apareciese. Y hoy, para mi sorpresa emergió negro sobre blanco. Es la famosa idea, tan tradicional y tan poco patente en los discursos habituales, de que “la ley dice lo que es admisible y lo que no. Pero la ley no va siempre en paralelo con la ética". Ajá, el defensor del menor. Alguien con sentido común y seguramente con criterio nos dice algo que parecía que habíamos olvidado, que creo que nos lo enseñó el profesor Coco a los que nos educamos con Barrio Sésamo. La simpleza que nos "facilita" (y engaña) la vida es: la ley lo permite=es bueno; la ley lo prohíbe=es malo. Es increíble cómo se nos cuelan esos cruces de territorios. Un gran amigo mío, cuando discutimos sobre la censura en las artes (tema de gran importancia teórica y que, obviamente, poco tiene que ver hoy con curas tachando guiones y sí con políticas de subvención, por poner un ejemplo) me suele decir eso: los límites los marcan las leyes. Nunca me creí eso y cada vez me lo creo menos. La ley dicta lo legal. Y eso es todo lo que le podemos pedir. Cuando la ley sobrepasa sus ámbitos y quiere colonizar otros territorios, se nos tiene que encender la luz roja de “danger”. Nunca se debería, creo, identificar lo prohibido con las leyes con lo malo, así, in toto genere suo, ni, por supuesto a la inversa. Que la ley autorice algo no lo convierte en éticamente bueno. Pero esto lo habíamos olvidado hasta que se ha montado el pollo con Dragó, la pedofilia, las lolitas y demás cosas. Ahora, de repente, parece que hay ciertas consideraciones éticas que salen a la palestra… de los políticos, que dictaminan acerca de los valores (axiología, ética, moral) que deben presidir la creación artística. Léanse las declaraciones de nuestra Ministra de Cultura, que no tienen desperdicio: defiende lo que tradicionalmente se ha llamado eticismo, aunque es probable que ella no lo sepa, y eso es poco progresista (aunque tampoco sepamos ninguno qué es esto). Oscar Wilde decía que no hay libros morales o inmorales, sino bien escritos y mal escritos. ¿Es así? La cosa es bien compleja (me cito, porque hace años publiqué un artículo sobre este lío). Sin duda, y esto sí me parece lo más importante de esta, hasta cierto punto, artificial polémica, una cosa es la ley y otra la ética y reducir una a la otra es andar por la vida a la pata coja.
Ah, una cosilla más: excelente la comparación (no por tardía menos deseada) entre el caso Dragó y el caso Polanski, con las antiguas declaraciones (ahí están las hemerotecas digitales) de los artistas pidiendo la liberación de este último en razón de sus méritos estéticos. ¡Hay que tener morro y poco sentido!