May
Lo trivial del "trívial"
1 comentariosEn el suplemento cultural de un periódico, un físico, al hilo de los distintos discursos sobre lo trivial, dice: “la teología monoteísta ignora un dilema trivial: la evidencia del mal solo es compatible con la no existencia de Dios o con la existencia de más de uno”. Pero eso no es un dilema trivial, sino que es un falso dilema. La existencia del mal es compatible con la existencia de un Dios que no se preocupe por los asuntos humanos (como postularon ya los clásicos), con un Dios que no es omnipotente, con un Dios que permite el mal por las razones que sea, con un Dios que no es bueno, con un Dios para el que la existencia “escatológica” del individuo es parte de la existencia del individuo, con el panteísmo, con el panenteísmo, qué se yo. Otra cosa es que esas respuestas nos satisfagan más o menos, pero eso es, como digo, otra cosa. Llevamos veinte siglos pensando sobre ese dilema y nos hemos dado cuenta de que no es un dilema real y, en todo caso, no es trivial, ni mucho menos. En fin, no me voy a meter en ese berenjenal, que ya decía un filósofo de renombre que hay dos temas en los que uno no debe meterse si no quiere salir escaldado: el mal y el tiempo.
Lo que me llama la atención de esta lectura es la idea de “trivial”, un término que seguro que a muchos les remite a ese juego de preguntas que no llevan a ninguna parte, más que a disfrutar del estar juntos (lo que no es poco, vaya que no). Lo que parece trivial, una vez que se mete uno a seguir el hilo de Ariadna, se revela todo lo contrario, denso, difícil, doloroso… En todo caso, nada baladí. Un terremoto ha sacudido de nuevo Nepal. La respuesta trivial es, precisamente, la explicación en términos de placas refrotándose entre sí. Cuando uno pregunta por qué, si es que lo hace ?y espero que lo sigamos haciendo mientras el hombre sea hombre, por inquietudes religiosas o metafísicas?, la respuesta trivial es la que responde haciendo una lista de las causas cuantificables. En la pregunta siempre queda la sombra de lo profundo, la inquietud y la esperanza de que la respuesta trivial no sea toda la respuesta.