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Loco por orden
1 comentariosAcabo de leer una cosa que merece un comentario, porque se ve que las cosas que nos pasan no son de hoy, sino de siempre. A un tipo que, en el siglo XIX escribió una cosa que no le gustaba al zar de todas las Rusias, se le declaró “loco por orden del zar” (sic). La locura no es un estado que sobrevenga por un despiste o patinazo neuronal (o vaya usted a saber por qué), sino que es un castigo, una forma de ejercer el poder, como nos dirá Foucault. Hay quien tiene la capacidad de decir quién está loco y quién cuerdo. En ese caso era el zar. Ya los clásicos decían aquello de “quod deus perdere vult, prius dementat”. Para ellos era prerrogativa de los dioses castigar a uno haciendo que enloqueciese. Para el zar, ya era prerrogativa suya. Pero la cosa no es de ayer. Basta ver los debates actuales en temas políticos, religiosos, éticos… y ver cómo se trata de considerar que la razón del otro no es tal razón, sino una suerte de engendro para-humano que, por consiguiente, no debe ser atendido. Sorprende ver cómo los tertuliamos tratan de imponer sus pareceres por cualesquiera medios. El definitivo, sin duda, es mostrar que el otro no razona “como debería”. Así pues, por orden del “zar” (y aquí entra cualquiera que ejerza el poder, del tipo que sea) se declara loco al vecino. Y así, hasta la Stultifera navis, que por lo menos debía de ser divertida.