He de confesar que estos días, con tantas informaciones y declaraciones de los presidentes español y francés, he sentido un poco de “cosa”. ¡Qué gran expresión castellana! He sentido “un poco de cosa”… Vaya si se entiende, aunque sea completamente indefinido. Todos esos desfiles de modelos pa’rriba y pa’bajo, todas esas declaraciones de fidelidad perpetua y de amor eterno entre los presidentes (Mentira. De Gaulle: las naciones no tienen amigos, tienen intereses), crearon un sórdido y ridículo clima al que se le podría aplicar una frase, que por un tanto obscena no voy a reproducir, que el señor Lobo les dice a un par de personajes en la película de Tarantino Pulp Fiction. Un nominalistadiría que no hay tal cosa como España, sino sólo individuos “españoles” si acaso. Un realistadiría que hay una esencia de España autosubsistente y un realistamoderado dirá que claro que existe esa esencia de España, pero encarnada en cada español, más o menos, aunque suene un tanto rancio todo esto. Sólo por esa razón (porque soy de esta última cuerda, tomasiana) disculpo las bobadas presidenciales, sólo porque, si bien acepto el presidente que me representa, comprendo que sólo me representa y esas bobadas “realistas” de que la voluntad de los españoles está contigo para siempre o cosas por el estilo, que le decía zalamero al francés, en realidad las está diciendo de sí mismo… ¿Me he vuelto nominalistade golpe? A lo mejor, pero es que los compromisos metafísicos que uno asume no valen para la política, que sólo es buen lugar para encontrar extraños compañeros de cama, que decía el otro.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.