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Los santos y los vampiros
1 comentariosEl año pasado, por estas fechas, leía en una revista un comentario sobre la vivencia cristiana de Halloween. Recuerdo que se aludía a su origen pre-cristiano y a su conversión en la víspera de todos los santos, y algo más. Sí, daba que pensar. Seguramente lo que más pone sobre el tapete la fiesta de Halloween en Valladolid (que no sé si se ha celebrado o no) o en cualquiera de los lares que frecuentamos es una cierta mezcolanza de tradiciones. Poco sentido tiene celebrar algo que no está arraigado en el humus de la tradición. Sería equivalente a la celebración del día de San Patricio por el paseo de Zorrilla, con desfiles y cosas por el estilo. Pero bueno, la tradición es lábil y mutable, de modo que quizá en unas cuantas generaciones nos tocará andar disfrazados de vampiros, zombies e incluso de Batman (por ahí he visto alguna foto que lo certifica). Espero que pase, en el peor de los casos, algo como la comida rápida, que ha llegado para quedarse, pero no ha expulsado a los garbanzos ni al pollo de corral.
La pregunta es: ¿tiene esto algo que ver con los difuntos? Sí, claro, se representa la muerte, pero no se la tiene presente. Y hay una sutil diferencia entre ambas cosas. La tradición de visitar el cementerio y rezar algo allá, colocar unas flores, limpiar las tumbas no es una representación, sino una presentación. Se hacen presentes los que se han ido, tomamos conciencia de nuestra mortalidad y ponemos en práctica esa comunión de los santos, que sin duda tiene más sentidos que el de aquí para allá (no me pidan demasiados detalles). Y quizá ésta sea la diferencia. Si la representación es un volver a presentar, bienvenida es. Pero ¿y si sólo es un olvido del origen?