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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

10
Mar
2009

Luces táctiles

1 comentarios

En un periódico, en que que, de vez en cuando comentan una película, hoy le ha tocado el turno a una de las más grandes, sin duda: “Luces de la ciudad”, de Chaplin, una película bien hecha por las cuatro causas, que es comedia, drama, tragedia, es todo, un tratado del buen hacer cinematográfico (sin ninguna nominación al óscar, dicho sea de paso). Ahora bien, de todo lo que se podría resaltar, que es mucho, a mí siempre me ha llamado la atención la escena del reconocimiento (no voy a desvelar del argumento más de lo imprescindible): la vendedora ciega que siempre había tenido connaturalidad con el tramposote Chaplin por el tacto, aun –como Job–, cuando le han visto sus ojos, de nuevo es el tacto el que posibilita el reconocimiento. En la tradición filosófica ha habido, desde siempre, dos sentidos superiores: la vista y el oído (por ese orden). Los demás han quedado un tanto relegados… Pero el tacto es fuente de la vida. La madre y el niño se comunican por el tacto, son un alma en dos cuerpos, como decía San agustín de los amigos, precisamente gracias al tacto. Cosme Puerto –le cito de nuevo, pues aunque nunca se ha dedicado a la filosofía profesionalmente ha hecho más filosofía que muchos que llevan años repitiendo una cantinela monótona y monocorde– nos subrayaba en sus cursos la importancia del tacto (los filósofos lo llaman lo háptico, que queda más fino). ¿No ha sentido la imperiosa necesidad de tocar las obras de arte de los museos? Muchas se hicieron para eso (seguramente todas las esculturas de santos), pero la institución museística no nos deja, so pretexto de que se dañan. No sé si el pretexto vale mucho. De lo que no dudo es de lo contrario, de que la vida sin tacto perdería gran parte de su grandeza. Miren a Chaplin.  

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entos susurrante
11 de marzo de 2009 a las 15:43

Es verdad que suele transmitirse el tópico de que la cultura griega ha sido una cultura de “la vista”, mientras que la cultura judía lo es “del oído”, pero no suele decirse que tal o cual cultura lo sea “del tacto”. Dejando a un lado lo simplista de estas afirmaciones, que suelen basarse en “vistazos” (nunca mejor dicho) rápidos sobre ciertas épocas de la cultura que sea, y comprendiendo por qué Aristóteles, el gran filósofo-biólogo, afirma, al comienzo de su Metafísica, la evidencia de que la vista es un sentido privilegiado en los humanos, me parece que esta reflexión que nos haces a propósito de esta obra de arte de Chaplin es muy interesante y nos viene a todos estupendamente, sobre todo porque está “avalada” por ese gran maestro, Cosme Puerto, que, como tú dices, nos ayuda a comprender y ¡colocar en su sitio! esa filosofía (¡por supuesto!) de “lo táctil”, si tenemos la suerte de ser sus alumnos. En nuestra sociedad actual corremos el riesgo de perder la capacidad de sentir por el tacto (y esto ya viene de atrás, sin duda), ya que con los avances de la técnica “visual” –más que audio-visual- estamos entrando desde hace tiempo en el mundo de lo virtual, ampliamente “profetizado” por obras literarias y grandes películas, al que accedemos principalmente por la vista. Es decir, aquello que constataba Aristóteles sobre lo que todos disfrutamos “mirando” y que está en la base de esas dos acciones propias del hombre que se condensan en la palabra griega “theoría” (alguna vez aquí mencionada, y que -un tanto “raquíticamente”- traducimos haciendo lo que podemos por “investigación”), queda reducido a un “ver” lo que nos echen, esperando además que esa sensación engañe a nuestro cerebro y nos creamos que estamos “viviendo” una serie de cosas entre las que deberían estar incluidas sensaciones táctiles (desde luego, el gusto y el olfato bien pueden englobarse en este maravilloso e imprescindible sentido). No hay más que echar un vistazo a la publicidad, por ejemplo, y las sensaciones visuales son las que priman en el impacto que debe producir el anuncio y eso implica que nos creamos que estamos “sintiendo”, al menos, por los otros tres sentidos (el tacto-gusto-olfato) ¿Nos damos cuenta lo que supone el renunciar a parte de nuestra esencia física que es percibir también por el tacto? ¡Qué razón tienes! ¿Cómo nos vamos a comunicar de verdad con los demás cuando estamos cerca? ¿Cómo podremos de verdad superar la “etiqueta” de lo que los demás son si sólo los percibimos por la vista? El tacto, perfectamente “regulado” por la diferente y verdadera intimidad que con las personas tengamos, nos ayuda a ir adentrándonos en las relaciones humanas sinceras… Pero, claro, ¿nos damos cuenta también de cómo nos va sonando esto que estoy diciendo porque estamos atrapados en una cultura genitalista-coitocentrista? Ese es el resultado de dejarnos invadir cada vez más por las percepciones visuales manipulatorias al tiempo que cultivamos cada vez menos lo profundo que hay en nosotros y en los demás. Las personas se convierten en estímulos nerviosos enviados por los ojos y que capta la parte correspondiente de nuestro cerebro y a partir de ahí, todo lo demás… Lo peor es que cuando entra en juego el tacto está totalmente subordinado a la “imagen” (al “eídolon”) recibido y a las programaciones culturales que ese “icono” conlleva, así que lo que sigue a continuación…, lamentablemente nos lo sabemos. En la película de Chaplin, la vendedora ciega integra su información visual sobre el profundo conocimiento sensorial que antes tenía…¿Qué tal si nosotros procuráramos percibir al otro primero en profundidad y luego añadiéramos detalles, siempre marginales?

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