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Madera y huevos duros para el sexto.
6 comentariosEl canon 977 del Código de Derecho Canónico reza: “Fuera de peligro de muerte, es inválida la absolución del cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento del Decálogo”, es decir, en román paladino, un sacerdote fornicario no puede absolver a aquella persona con la que ha fornicado, que es quien se lucraría de esa absolución. Ahora que está tan de moda secularizar las ideas religiosas, teológicas y demás, podríamos leer esto en esta clave: “en ningún caso (o aceptemos esa excepción que señala el canon) un político debe amnistiar a otro político”. La amnistía es pura teología clavada en el corazón de la política. Esta, en el fondo, como nos han dicho prestigiosos pensadores, de Carl Schmitt en adelante, es teología secularizada. Sin embargo, al perder la dimensión trascendente, la política amnistiadora corre el riesgo de convertirse en lo que de hecho se ha convertido en estos días, en un puro acto marxista, concretamente de los Hermanos Marx, que se puede resumir en dos frases: “Y también dos huevos duros (en lugar de dos pon tres)” (Una noche en la ópera) y “Traed madera" (vulgo “Más madera” (Los hermanos Marx en el Oeste). El cambalache que tiene lugar en España en estas jornadas, y que provoca la indignación de no pocos, consiste en un “qué hay de lo mío” (en lugar de dos pon tres) por parte de unos y una huida hacia delante quemando todos los recursos habidos y por haber para hacer que el tren llegue no se sabe muy bien a dónde.
Los Ilustrados consideraban que el Estado moderno podía describirse bien usando la metáfora del reloj, que funciona imperturbable y ajeno a las consideraciones particulares. No sé qué metáfora será aplicable al Estado en el estado en que ha quedado, valga el retruécano. Porque lo grave no es lo que esté por venir, que vaya usted a saber, sino el destrozo tremendo que ya nos han procurado estos rastacueros que, maldita nuestra suerte, nos han tocado en suerte. Fornicarios que perdonan a sus colegas de fornicio para seguir en el asunto. Nunca pensé que llegaría a decir que el código de derecho canónico es más avanzado, justo y ecuánime que lo que parece que va a presentarse como proposición de ley. ¡Maiora videbimus! Pero ya hemos visto mucho, demasiado.