Ago
Más desde Fátima
1 comentariosLa primera parte del encuentro de los jóvenes del MJD en Lisboa ha terminado. La mayor parte se ha marchado y en Fátima sólo queda el “resto de Israel”, es decir, los veintipico representantes del IDYM que tienen que elegir y legislar, el definitorio, digamos. Y la casa se ha quedado como vacía, como cuando los discípulos estaban acurrucados, con más miedo que vergüenza, tras la experiencia de la cruz. Como bien es sabido de todos, en este tipo de encuentros se viven experiencias de fraternidad intensas, de compartir de todo, y eso genera que las situaciones de despedida sean tristes, pero, en efecto, el dolor de ahora es parte de la felicidad de antes, como decía C.S. Lewis en Tierras de penumbra, a quien ya cité en alguna otra ocasión. En estos contextos de sentimientos a flor de piel, porque el contexto los conmueve y no está mal que a los que vivimos sumidos en un mundo de razón pura de vez en cuando, aunque sea un poquito, se nos remuevan las tripas, en el buen sentido, como nos ha dicho Kike Sariego en alguna de sus presentaciones (expresiones que, todas ellas, no dejan de ser un gran problema para los traductores), que nos dejemos impactar por esa sensación rara que dejan las despedidas, inevitables pero a las que, en ningún caso habríamos querido renunciar si ello hubiese supuesto renunciar a las vivencias anteriores. Despedirse, en fin, es haber vivido.
No hay duda de que queda trabajo por hacer en este “definitorio”, pero la parte más sabrosa ha pasado, aunque ahora entremos en la parte más carnosa. ¿Contradicción? En absoluto. La vida es una miríada de encuentros, muchos de los cuales nos dejan grandes huellas. Y qué bueno es eso. La concepción museística del arte, que denunciaba Dewey (el arte como cosa de los museos, para los domingos, cuando vamos a buscar en esos templos la belleza que nos niega la vida cotidiana) en ocasiones puede compararse con la concepción “conventual” de lo religioso: lo cotidiano se nos hace tan duro que sólo refugiándonos en los muros encontramos la salud que se nos niega fuera. Yo no sé qué es ser dominico para estos jóvenes del MJD…, pero tampoco sé, en ocasiones, qué es ser dominico para muchos frailes. Y seguro que de todos aprendo… en ocasiones de estos jóvenes con una ilusión que me deja gratísimamente sorprendido. Y si no está aquí la mano de Dios, no sé dónde, porque, insisto, no conozco a nadie que venda tan mal su tradición como nosotros.Y aún así, hay gengte joven que se viene a pasar parte de sus vacaciones hablando de lo dominicano. Si esto no está de Dios, no lo entiendo.