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Me gusta la nieve
1 comentarios“Nieva. ¿No te gusta la nieve?”, le pregunté a un muchacho. “Antes me gustaba. Pero ahora me toca limpiarla”, me dijo. Es interesante cómo ha calado la idea del gusto en relación a aquello que no toca nuestras preocupaciones cotidianas. Nos gusta esta obra de arte o este paisaje en la medida en que se presenta alejado de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo. Vemos un paisaje donde un labrador ve un campo y vemos la belleza del invierno donde el castañero ve castañas. Parece que no siempre fue así y que en otros momentos de la historia se gustaban cosas nada separadas o ajenas a la vida cotidiana, sino lo más propio, lo más íntimo. Seguramente hoy conservamos algo de eso cuando gustamos cosas que requieren un esfuerzo grande. Qué gustazo cuando llegamos derrengados a la cima de una montaña. Qué gusto produce el trabajo bien hecho. Ahora que se acaba el año nos ponemos a pensar en todo el esfuerzo invertido en él y me da la impresión de que hay un elemento de gusto en ello. Parece que nos gusta la nieve, aunque tengamos que limpiarla. Quizá más así.