Nov
Novísimos
0 comentariosHoy, día de los santos, venía en el NY Times un interesante artículo de opinión sobre qué hacemos y cómo nos comportamos con los cuerpos de los difuntos en nuestros días. Todos sabemos qué rituales más rancios les hacemos normalmente a los que ausentes, tan ausentes, que ya ni siquiera se les puede acompañar en muchas ocasiones hasta su última (o penúltima) morada y en la mayoría de las ocasiones el cuerpo ni siquiera es el protagonista de su propio funeral. El artículo cita al estadista británico William Gladstone, quien, al parecer, decía: “Mostradme el modo en que una nación se preocupa de sus muertos y yo mediré con exactitud matemática la tierna misericordia de sus gentes”. Hoy, en la misa en St. Vincent Ferrer, en la hoja que reparten a la entrada, se nos recordaba la parte final del credo, esa que está íntimamente relacionada con lo que celebramos hoy: la resurrección de la carne (porque somos encarnados y esa carne es a la que hay que despedir con dignidad) y la comunión de los santos. El organista, durante la comunión, tocó un coral de Bach, uno de mis favoritos y que me encanta tocar (aunque hace demasiado que no lo hago): Alle Menschen müssen sterben (todos los hombres deben morir), y que yo solía interpretar a un ritmo más bien allegro, y este buen hombre lo hizo andante, tranquilo, meditativo, y me supo a mucho más que cuando yo lo toco (desde ahora lo tocaré así). Y así, todo el día ha sido un día de novísimos. ¿No vivimos en la época de las novedades? He ahí la mayor de todas.