Nov
Octingentésimo, con simplicidad
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Siempre me ha gustado esa teoría que emparenta simplicidad y verdad (simplex sigillum veri), pero también me ha hecho sospechar en ocasiones. A veces sí, es verdad. Pero a veces, no. Cuando leíamos las constituciones en el noviciado ?que es cuando se leen con más profundidad, creo yo?, sobre todo la Constitución Fundamental, se nos mostraba aquel mosaico de elementos que había que articular para conformar la vida dominicana. Y no es que sea una vida simple, precisamente.
En ocasiones parece simple lo que no lo es, porque, dado su carácter genial, uno ni siquiera se pregunta por su origen o por el esfuerzo que llevó configurarlo. Parece que siempre ha estado ahí. Pero cuando se mira con detalle y se admira la perfección de la obra, esa sencillez de la apariencia revela la titánica tarea de la misma. La idea de la Orden dominicana parece una idea simple y evidente. Como la Suma Teológica. Simple. Como una catedral gótica. Evidente. No voy a decir 800 aniversario, ni a referirme a los 800 años de la fundación. Voy a hablar del octingentésimo aniversario. Así tendré presente esa maravilla de simplicidad vivida, ahora sí, como sigillum veri.