Nov
Oh, Dios
0 comentariosEn la revista Newsweek de esta semana aparece un artículo muy interesante sobre la posibilidad de la vida tras la muerte. Se habla ahí del ataque de los nuevos ateos y de las defensas de los nuevos apologistas. La querella va para largo, sin duda, porque la arena en la que se desarrolla es muy árida. Pero lo que más me ha llamado la atención de este artículo es el final: el autor, que perdió a su hijo, firma que daría cualquier perspectiva de eternidad que tuviese por volver a abrazlo una sola vez. Y cita a C. S Lewis: en los momentos de duelo, tampoco la religión es un consuelo. Sólo la fe nos alumbra, pero entre tinieblas, de eso no cabe duda, y quien quiera poner las cosa fáciles y dulzonas es que no ha entendido mucho de qué va la cosa de la vida y la cosa del cristianismo (recordemos lo canutas que las pasó Jesús en Getsemaní). Da que pensar e ilumina. Mas después de leer este artículo, y como por casualidad (qué palabra más desgastada para mí), ponían en la tele la película Oh, Dios, sobre un vendedor de supermercado al que Dios elige para ser su mensajero y que es todo un divertido tratado de teología. La historia es la que es de esperar: nadie le cree, las religiones establecidas le someten a prueba y es imposible que la pase (aunque Dios mismo responde las preguntas del examen), porque el mensaje de Dios, simple, ha quedado tan oculto por los ropajes que, en su momento le sirvieron de apoyo, que nadie puede reconocerlo. Además, es muy divertida. Una de cal, y una de arena para hacer una buena mezcla.